domingo, 11 de febrero de 2024

QUEDO A LA ESPERA.

No todos los que escriben comentando son publicados. La mayoría no aportan nada. Insultan, o dicen tonterías. Algunos se intuyen gente muy rara y con ganas de hacer  daño. Parecen jansenistas, tíos impecables, que exhiben sus corazas sin defectos, sin ninguna grieta en su bruñida superficie. Se creen puros e intachables.


A mi estos seres me  producen una aversión muy profunda.  No sé quién dijo eso de que  " el que no está caído , no será recogido. El que no está sucio no será jamás limpiado". Son almas que su perfección me aterra, por lo que esconde. Ni se caen , ni se ensucian.


Que a uno le insulten, acierte o no en el insulto,  es sanador. 


Leí que a   Pericles le gustaban mucho Esquilo, Sófocles y Eurípides, porque él tampoco entendía los chistes. Y eso es lo que le pasaba a estos odiadores. Tienen un sentido trágico de la vida, y una falta de sentido del humor, que es falta de luces, abisal. 


Pero a lo que iba, que me voy de vareta, que es muy bueno que  a uno le llamen gilipollas, cabrón, adúltero, mentiroso, falso, perro...lo escribo de verdad...¿hace cuánto que no te insultan? ( no vale tus hijos adolescentes). Pues, amiga lectora, amigo lector, sal a la calle y pide a gritos que te pongan verde. 


Hay uno que es un no parar en sus obsesiones conmigo. Cada vez me cubre de insultos más procaces. Ya es una presencia tan constante en mi vida que cuando se ausenta  me preocupa que haya perdido interés por mi, o por  El Barullo.


Esto para mi sería una mala señal, un síntoma de decadencia definitivo. Espero que mi insultador comprenda la responsabilidad que ha adquirido conmigo. Su insultos habituales son los típicos: hijo de puta, follamadres, estafador , pensionista gorrón, gilipollas...en fin.


Pero hay uno que me confunde por las veces que lo usa para vejarme sobremanera: viejo. Viejo y sus derivados: viejo de mierda, viejo chocho.  Lo de ser viejo como insulto me parece de tío muy cortito. Todos acabamos siendo viejos. Es cuestión de tiempo.


Como mi odiador  se ha ido definiendo por las cosas que le disgustan - que son todas- ya lo conozco tanto que sé qué tecla debo tocar  en una entrada para que el tío salte y lo haga detonar. Rara vez me equivoco.


Y el caso es que cuando llevan tiempo sin escribir comentarios les echo a faltar, como el cazador del chiste y el oso. Y eso duele. Después de tantos años. Sigue en tu jaula, pero escribe.


Quedo a la espera.






6 comentarios:

  1. Dale tiempo, estará desayunando su taza de bilis con nubecilla (entre ceja y ceja) de cacao (mental).

    ResponderEliminar
  2. Estás hecho un influencer y eso trae consigo Haters… te pasa como a los famosetes…

    ResponderEliminar
  3. Ayer estuve releyendo un libro de JB Torelló titulado "Psicoanálisis y confesión" (1963) ¿enfermedad o pecado?
    De las personas, no se capta esa misteriosa mezcla de cuerpo y alma; la corriente cientificista solo ve el cuerpo y así solo capta de el hombre lo menos humano, sel olvida del alma (inmortal para los cristianos).
    Una cita: "no se duda en calificar indiscriminadamente de enfermos -aún mofándose de ellos y condenándolos a menudo con grave falta de caridad- a los homosexuales". Treinta y siete años después, en el 2000, Aquilino Polaino (psiquiatra numerario, si no me equivoco) dogmatizaba en una comisión del Congreso que la homosexualidad es una enfermedad. Provocó la justa indignación de muchos que coreaban la canción "Pol aquí no Aquilino, pol aquí no" (la escuché en la radio, en un taxi).
    Claramente Aquilino cayó en el postivismo más radical y negó la libertad humana. A pesar de cumplir las normas del plan de vida, no le sirvió de nada.
    Sin embargo, estamos desilusionados con la ciencia que no puede resolver nuestros problemas y JB cita a Jaspers: "la superstición sobre la ciencia es pariente próximo de la charlatanería".
    Yo pensaba que la clavaron ¿no hemos vuelto a la "iglesia de la cienciología"? Hemos pasado de la ciencia a la charlatanería, qué es sino esa iglesia. Hemos dado la vuelta al círculo y hemos regresado al principio.
    El cuerpo envejece, el alma no. Los viejorros perdemos capacidades (no es lo mismo la incontinencia del niño que la incontinencia de un "despreciable viejo", las expectativas son diferentes y los pañales también). Todo este desprecio lleva a muchos a desear la eutanasia.
    La paz de un anciano es maravillosa. La paz que desprende mi madre, con dos hijas deficientes y una vida durísima detrás (y delante, porque con 83 años decidió morir después de sus hijas para no dejar una carga a sus hermanos; fijo que lo consigue, las enfermedades degenerativas son lo que son).
    Las personas no somos viejos, de segunda mano. Son viejos los muebles, los coches... nosotros somos ancianos.
    Si no estás caído (espiritualemente) no serás recogido. Es que si tropiezas en la calle y te caes nadie te hará caso, solo Dios.

    Una carta muy bonita a los ancianos de Juan Pablo II:

    https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1999/documents/hf_jp-ii_let_01101999_elderly.html#:~:text=El%20ap%C3%B3stol%20Pablo%2C%20haci%C3%A9ndose%20eco,j%C3%B3venes%20a%20ser%20amantes%20de

    PS: hay un libro de Ramón y Cajal titulado "El mundo visto a los ochenta años". Habla de las limitaciones del cuerpo a esa edad y de sus consecuencias. El misterioso comentarista puede deleitarse en los deterioros seniles y sus consecuencias, que no impidieron a Ramón y Cajal a escribir un librito brillante (se lee en dos horas) en el que expone todas sus limitaciones.
    Los hombres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. La parte de la "imagen y semejanza de Dios" no se entiende. Solo que existimos.

    ResponderEliminar
  4. Te odio pero te necesito…(no te lo creas, eh?)

    ResponderEliminar
  5. Eres retrasado mental. Nunca es tarde para darse cuenta.24 de febrero de 2024, 4:02

    Quedas a la espera de confirmar que, efectivamente, naciste retrasado mental

    ResponderEliminar