Hay profesores que dejan huella, y
profesores que no.
En Peñalba pregunté a una clase quién
les había impartido Literatura en un curso y ni uno solo
de los alumnos recordaba su nombre. ¡ Y fueron dos años seguidos
los que ese profesor les atendió!
Como alumno de tres colegios recuerdo
unos cuantos que sí dejaron su huella, a veces dactilar, y en la
cara. Y huellas de las otras.
De Primaria, un tal don Clemente. Era
un hijo de puta bien simpaticote, con una bata azul, que lo mismo te
soltaba un sopapo como te sorprendía sacándote de la nariz una
moneda.
En los jesuítas un tal hermano Babil,
un canijo calvo que metía unos tortazos a mano alzada y pelotari, al
que le debo una lesión en el ojo izquierdo. La uña se clavó en la
cornea y vi a Pío XII con minifalda.
Babil decía de sí mismo que tenía una casquillo de bala en el cerebro, de cuando la guerra civil. Y yo me lo creo, porque el tío estaba "¡explota explota mi co...!"
Babil decía de sí mismo que tenía una casquillo de bala en el cerebro, de cuando la guerra civil. Y yo me lo creo, porque el tío estaba "¡explota explota mi co...!"
La señorita Querubina, a la que
dediqué una entrada, fue mi primer amor de infancia. Nada de sexo,
salvo el día que me tiré al suelo cuando ella pasaba por la fila
para verle las bragas. Inolvidable el guantazo. Pero se lo perdono
porque fue por amor.
Don Emiliano, un fumador empedernido
que cabreado soltaba frases como “¡¡¡MECAGÜEN TU PADRE CUANDO
ERA CRÍO!!!”.
En COU, en Montearagón, colegio de
Fomento, padecí de uno bien curioso. Ignoro su nombre. Era conocido
como “El Hormona”. ¿La razón del mote?. Pues está bien claro:
tenía cara de hormona. ¿Qué cuál es la cara de hormona?. ¡Pues
eso!, imagínate ahora un señor con cara de hormona, y más o menos
se le parecerá.
Éste nos daba Historia. El libro era
un tocho con un temario universal, desde la prehistoria hasta
nuestros días. Y el tío no se molestaba en explicar nada. Se
sentaba en la mesa y nos hacía pasar uno a uno por ella a recitar el
temario por lecciones. A la carrera y de memoria. Levantabas la mano,
te daba turno, soltabas tu rollo como un loro, y regresabas a tu mesa
a empollarte el siguiente tema.
La clase era un guirigai de aupa.
Descubrimos que el hombre no solía
atender los recitados. Se quedaba con los ojos ahuevados, como
mirando al infinito, absorto, con mirada de hormona, y daba igual que
en medio de la lección le soltaras el avemaría, repitieras el tema
anterior, o te cagarás en su puta madre.
Salvo algún momento que el tío volvía
al planeta y te cazaba en un gazapo...
- Y Cojonzor entonces, en
Catalañazor dijo “¡ahívá la ustie”!,y se cabreó...
- ¡¡¡Pero usted qué dice!!!,
¡¡¡mamarracho!!!...¡¡¡al sitio, cero!!!
Alucinante el personaje.
No sé si seguirá el Barullo
Modestino. Me fío más de su prodigiosa memoria y le paso el
testigo, pues él sufrió esas tardes. Aunque él, que siempre fue
muy responsable, soltaba los temas de carrerilla y al dedillo.
...igual tendrías que publicar algo sobre fútbol, toros, novela negra etc.etc; si le pones alguna "vianda" mejor ;) Yo creo que Modestino te lee y sobre su memoria, diría que como dijo S.Carrillo hasta los elefantes acuden a él.
ResponderEliminarPd. Recuerdos de Rubén (a los dos)
¿Fútbol?...¡Dios tuyo, lejos de mi!
ResponderEliminarMe acuerdo del sujeto, al quye si no recuerdo mal llamábamos "Hormona Toynbee" por su admiración por el referido historiador.
ResponderEliminarSu nombre era Eugenio.
¡Ya sabía yo que no me fallarías!
ResponderEliminarTambién era peculiar el de Literatura,todo un personaje desangelado, algo mustio, que decía cosas como "me descomponen". Su cara de asco, cuando la ponía, era tremenda. Tenía un algo de Oscar Wilde, romántico y como postrado en un sofá.
Un día - entonces se fumaba en clase- yo estaba en primera fila y lancé una "O" inmensa con el humo de la calada de un cigarro...voló lentamente, traspasó el aire, y fue a posarse suavemente en el ojo izquierdo del baranda, justo cuando él se giraba para mirarme.
Esa mirada no se me olvidará nunca.
Defina la mirada de ese profesor de literatura, si us plau
ResponderEliminarYo pienso que era un gran profesor de literatura; trabaja desde hace mucho en Protocolo de la DGA y la verdad es que cuando nos vemos está cariñosísimo.
ResponderEliminarSi es cierto que tenía unas salidas ... y era desafortunado en los ejemplos de linguística: "Tengo una rubia en el bolsillo", "Alicia se me cae", .... a unos mozos de 16 años ésto les hace saltar ... ;)
Sí que lo era, y muy bueno.
EliminarLo de jefe de protocolo me cuadra con el personaje,tenía algo de Fideliano (tú ya sabes).
La mirada la definiría como de "¡ains!"
Yo me acuerdo de D. José María Gallart, hombre excepcional, de los pocos que merecen el don antes del nombre. Pofesor de Química, lidiaba con adolescentes haciendo exhibición de respeto y profesionalismo. Recuerdo otro, pero no su nombre, que enseñaba Geometría Descriptiva en la escuela de ingenieros. Maestro de respeto que me impresionaba cuando no entendíamos algo, porque no habíamos estado atentos y se quedaba callado, pensando, para decir, "lo siento, no me he explicado bien, voy a buscar una mejor forma". Me dejó huella.
ResponderEliminarDionisio
Por cierto, he venido aqui avisado por un lector comun, no sabia que el barullo habia reaparecido, y he visto que con energias. He repasado alguna entrada, veo que agosto ha dado para bastante.
ResponderEliminarNo acabo de ver al personaje muy fideliano ... creo que no tiene doblez ni excesivo ego carpetovetonico.