miércoles, 9 de octubre de 2013

TENER UN MARIDO.


En mis años en Viaró, conocí de carrerilla todo lo que hay que saber acerca de los millonarios.Y de las mujeres de los millonarios...

No todos los millonarios son millonarios. Los hay de cuna, los de segunda, tercera , y hasta cuarta generación. Y los hay nuevos ricos. De estos mejor no preguntar por el primer millón... los demás se les dan por añadidura.

Los de cuna se parecen mucho unos a otros, y unas a otras. Los tenéis descritos en muchas novelas, así que evito profundizar en esas aguas.

De los segundos hay tres tipos.

Está el que ha ascendido en la vida social, económica, incluso culturalmente. Hasta sabe vestir , el tío. Pero la mujer no le acompañó en el ascenso. Y canta la señora como la gallina Caponata. No sabe estar, no sabe hablar, no sabe callar...y, lo que es peor, le importa nada lo que pueda parecer, o dejar de parecer.

El hombre , poco a poco, la va escondiendo...y vive su vida.

También está el que , una vez llegado a la cumbre, cae deslumbrado por una tronca que tiene el lema “ el rico, para la que se lo trabaja”, o también “pájaro que vuela,¡a la cazuela!”.

No citemos nombres.

No me olvido de una tercera posibilidad: la de la mujer que ha sabido ascender con su marido en la nueva vida social, y sabe estar, sabe sonreír, se cuida, elige sus nuevas amistades, incluso sabe dejarse besar la mano sin reírse.

Pues bien, en estas dos últimos tipos de mujeres se repite la misma estrategia: un marido no es para mirarlo, es para tenerlo. Y el tío no se da cuenta. El pobre.

Tener se puede tener a alguien de dos maneras. Tener algo de forma que todo el mundo lo sepa, y tener algo sin que nadie lo sepa. Un marido se tiene de esas dos formas, y de muchas otras.

Se puede tener como un chal de armiño que acaricia cálidamente los hombros, que se lleva unas veces a la derecha, otras a la izquierda, y que presiona un poco más o menos  en forma de mohín , de mirada suplicante o sonrisa picaruela.

Se puede tener de tal manera que una está convencida que sólo gracias a ella él está donde está. ¡Si es un adefesio, y un despistado!...¡ay, si no fuera por mi!

Se puede tener controlado, sabiendo dónde está mañana, tarde y noche; qué hace los fines de semana, los sábados, los domingos. Incluso qué sueña y cómo lo sueña.

Se puede saber cuánta gente le conoce y cómo. Si le conoce mucha gente, tiene dinero y buena fama. Entonces, al tener al marido, se tiene el dinero y la fama. Eso, la verdad, cubre más que un chal, y da más calor, pero en órbitas más amplias en un solo eje de rotación : ella.

Se puede tener como una tarjeta de crédito, como una póliza de seguros, como una cubertería de plata o un juego de recursos financieros. Como una agencia de viajes, como un mayordomo, como una lanzadera espacial, como vehículo y acompañante para dar paseos por ambientes salvajes, científicos, desérticos, populares, para describir órbitas más amplias, innumerables, excéntricas.

Cuando se tiene un marido así, se tiene algo de qué presumir, de marcarse folio, de pisar moqueta, y se puede presumir de tenerlo más de lo que lo tienen otras mujeres: de poseer un dominio completo de sus gustos, habilidades, pánicos, fijaciones obsesivas, vicios ocultos, costumbres alimenticias, modos de bostezar, faltas de educación habituales tipo pedorretas, regüeldos y cochinadas domésticas de distinto sentido.

Que los ricos también tienen, no te pienses.

Tenerlo es también la posibilidad de vestirlo, enseñarlo, tranquilizarlo, asustarlo, confortarlo, hundirlo, encargarle que recoja a los niños y que vea qué le pasa al coche.

Tenerlo es también poder meterle el dedo en la nariz, hurgarle y decirle “ tienes un moquín , cariño”. Es ponerle una fragancia de diseño, distinta y distinguida. Tenerlo puede ser tenerlo como un niño con una bata y un imperdible enorme con el nombre de él en una cartela .

Se puede tener para llevarle al pueblo y que sepan que él está allí, en mi pueblo, y que ama mi pueblo, mi gente , mi paisaje y mi madre.

Y muchos de estos hombres, no se enteran de su nueva condición.

Casi casi...ninguno.

9 comentarios:

  1. Y yo que creía que así eran todos...
    ¡Que no se enteran de nada! ¡De nada!

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  2. Y cuando se enteran de que son como la cristalería buena que se saca en Navidad o como la figura de Lladró del recibidor (carísima, cursi e inservible) se van con la secretaria de 25 años que los encuentra fascinantes. Y ahí se queda la mujer, corroída de despecho preguntándose: "¿cómo es posible, si no era nadie hasta que yo hice de él lo que es"?

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  3. Completísima descripción. Pero te faltó el que, con los años y viendo lo que hay fuera, ha aprendido a valorar a la que tiene, y cada día sabe demostrárselo mejor. Le sorprende, eso si, que no pueda presumir mucho de ello, de ella, con sus amigos, Por lo visto criticar al cónyuge se lleva más. Ya le digo, no son muy amigos.

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  4. También existen esas sorprendentes parejas que, si te fijas bien, dirías que son enemigos. Enemigos pero de raíz. Y por lo visto, han hecho un misterioso pacto, o se han autoengañado, y todo va bien siempre y cuando todo vaya bien. Hasta que un día descubren que son.... enemigos!

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  5. A mi esta entrada me ha dejado como con mal sabor. Seguramente es verdad todo lo que dice. Sin embargo, tiene unas tintas como demasiado recargadas en el lado femenino, ya se sabe: manipuladoras, vengativas, calculadoras, arpías, seductoras….brujas, en definitiva, mientras el macho es tan sencillo, tan elemental, es casi noble.
    Me acuerdo de una historia en la que alguien le decía a un millonario que su nueva esposa no le quería, que solo estaba interesada en su dinero. A lo que él respondió que ya lo sabía, pero así quedaban igualados porque a él solo le interesaba su culo y sus tetas.
    Hay maridos que no son para mirarlos sino para tenerlos, dices, y tienes razón; pero también hay mujeres escogidas como florero, y algunas de ellas son mil veces más valiosas que él. Seguro que no les faltan ganas de darle una buena lección al millonario cachondo. Y algunas lo hacen.
    Pues vale, que hay millonarias (esposas de millonario) palurdas y que dan el cante, bueno, también muchos nuevos ricos dan el cante, no todos se adaptan bien a su nuevo papel en la sociedad. Y sin embargo la sociedad les perdona fácilmente, poderoso caballero…
    En fin, mucho darle estopa a las mujeres, cuando los estopazos podrían estar mucho más repartidos.
    Termino diciendo que muchas veces todos los escenarios que ha presentado Mauricio tan bien se deben al efecto corruptor que tienen el poder y las riquezas, tema clásico, que no me voy a poner a desarrollar porque de eso sabéis todos mucho más que yo.
    Dionisio

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    1. "Sin embargo, tiene unas tintas como demasiado recargadas en el lado femenino, ya se sabe: manipuladoras, vengativas, calculadoras, arpías, seductoras….brujas, en definitiva, mientras el macho es tan sencillo, tan elemental, es casi noble."

      Sí, pero algo... algo habará cuando desde tiempos inmemoriales unas se han cubierto de pintalabios, maquillaje y colorete, en un intento de despistar y que no se note lo de arpía y bruja, y tal. Es una actitud como de "tapiar con cemento la terrible realidad". O con maquillaje.

      Edu

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  6. Pues mira, debe ser por eso que nunca me han gustado las mujeres muy maquilladas, en cierta forma me repelen. Pero bueno, conozco algunos a los que les gusta. Esto es muy complicao.
    Dionisio

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  7. Pero que es lo que queremos TODOS. ¡Pues que nos quieran!
    Lo que pasa es que hay gente que todavía no se ha enterado y confunde las churras con las merinas.

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  8. Yo no se mucho de amor pero pienso que es como una curva de Gauss, en un extremo las parejas que permanecen unidas porque se necesitan terriblemente, o al menos eso creen; en el otro extremo las parejas que permanecen unidas simplemente porque se hacen felices, pero no se necesitan en el sentido material del termino. Y finalmente esta la masa, que se necesitan y se quieren. No se, a lo mejor acabo de decir una tontería.
    Good night!

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