viernes, 6 de marzo de 2015

EL BAUTIZO DE LOS MAYAS.

Los bautizos en esta gente es algo muy principal. 

Tanto, que acostumbrar a contarse por  centenares , y desciende a unas decenas de confirmaciones, y en matrimonios la cosa se queda en algo muy chungo...hasta la muerte, donde hay que despedir al difunto  con otra simbología  , despedirle  de su ser social.

Lo primero que hace un maya para bautizar a su hijo es buscarle unos  padrinos. Eso les da mucho yuyu, pues son los padrinos los que aceptan  no sólo ser padrinos del hijo, sino  admitir  la dignidad de  los padres como padres . Pueden negarse, y eso significa que te ven una familia chunguilla. Es un deshonor. Los pobres en esta parte del proceso de selección  lo pasan muy mal.

Panchita, la señora que viene a casa a echar una mano, me dice que esa incertidumbre de saber si serás aceptado , no se olvida nunca.

Porque muchos buscan unos padrinos más ricos. Y si éste accede, significa un prestigio para los padres, un reconocimiento social, un prestigio, y una fuente de  aprobación.

Pero si no...eres un pringao .




Esta petición se da por pasos. Primero los padres eligen en la intimidad a los padrinos. Después hay un acercamiento de la madre a la esposa del padrino, y se habla el tema. Más tarde la esposa lo habla con el padrino,lo tantea...y al final llega la respuesta.


O sea que aquí, como allí, estamos en un mundo que saben llevar las  mujeres.

Ser padrino es mucho más que en España, que es un colgado.

Son considerados auténticos mediadores. Son los que presentan al niños a bautizar, y tienen sus obligaciones por pobres que sean: compran el vestidito, zapatos, calcetines, pagan al sacerdote el dispendio de la ceremonia.


Lo normal es que los padrinos lo sean de muchos hijos de cada familia. Y la relación es de una fidelidad  admirable.

Aquí cerca hay una señora que le llaman "Madre de la Iglesia", es como una finquera de almas bautizadas. Tiene casi la exclusiva. Ha conseguido, la tía - piadosa, pero tía- conocer todos los trámites burocráticos rituales, ella los costea, hace los viajes al obispado, se siente en casa por los pasillos de la Parroquia, su casa es centro de culto, hace de "medianera", da a luz como madre a todos, pero sus "ahijados" la lucen a ella.

No es  es una sacerdotisa, pero deja a la Virgen del Rocío en mantillas.

Un caso que me contaron de un pueblo cercano es el de uno que es padrino de medio pueblo y, además, es finquero. Chupa de lo material y de lo espiritual, pues el hombre es piadoso- paternalista: "yo conozco a mis ovejas, y ellas a mi".

Y el cura, encantado. 

El cabrón del finquero piadoso se aprovecha de una superstición que está muy instalada en esta gente ( y no sólo allí): cuantos más niños llevo al bautismo mejor me irá el negocio, porque eso es una obra de caridad y  por eso Dios bendice mi trabajo, mis negocios  y el fruto de mis fincas. 

Sea como sea, la verdad es que este carácter mediador del padrino tiene un algo sagrado, de una  fuerza que no nos podemos imaginar, y que se  llama "RESPETO".

Esto es tan serio aquí que ese respeto ,si se violara, se violaría un  sello especial  parecido a la relación con Dios. 

Esto explica muchas cosas que no terminamos de entender.

Sólo cuando termina la fiesta del almuerzo del bautismo a los padres "se les quita la pena", y los padrinos "salen del compromiso"

El niño ya ha nacido al mundo social.
------------------------
















6 comentarios:

  1. Buganvillas maravillosas. Efectivamente, la naturaleza del padrino es ésa: son quasipadres en todos los sentidos y fungen como tal. Toda la vida.

    ResponderEliminar
  2. El cabrón del finquero piadoso me recuerda a alguien, pero ahora mismo no caigo a quien.

    ResponderEliminar
  3. Preciosas fotografías!

    ResponderEliminar
  4. Sí, Pizpi: todos aquellos que hacen del proselitismo un estilo de "arrendatarios" de almas que después no pueden cultivar en la amistad...y todos aquellos que se consideran "propietarios" de pobres incautos en la dirección espiritual, cuando esta no está basada en la libertad.

    ResponderEliminar
  5. A mí me recuerda la entrada las veces que he tenido que rechazar ser padrino de confirmación o de bautismo (a los numerarios no se les permite porque es un compromiso incompatible con la plena entrega al Opus Dei). Se me quedó la cara de tonto cuando unos años más tarde me di cuenta que los mismos directores que me lo habían prohibido eran padrinos de familiares o amigos suyos.
    La cara que se le quedó a mi pobre hermana cuando me negué a ser su padrino de confirmación no se me olvidará nunca. Todavía me sabe mal cada vez que me acuerdo.
    El finquero: que gran metáfora realista.

    ResponderEliminar