lunes, 16 de marzo de 2015

TIEMPO DE SIESTA.

Aquí no hay más que dos estaciones: de lluvia y  seca.

Pero lo que yo he conocido es que llueve de una manera destemplada , y esto ambienta su aburrimiento y monótonía. Tamahu es un desorden de pueblo que nadie entiende. Sobre estas líneas geográficas se hubiera podido construir una maravilla urbana a lo largo del río. Se ha preferido tirar selva arriba, sin orden ni concierto, sin cabeza, importando nada  el vecino.

Llevamos días de un tiempo que parece, por fin, verano.  De día cantan las cigarras; de noche, los grillos. Una de las mayores delicias de este Tamahu  de calorina es ir, después de comer, a tumbarse un ratico a la sombra del vientre de una hamaca en la terraza de casa. A las dos de la tarde, esa sombra, de color tostado, tiene un par de palmos de anchura y la losa, que el sol acaba de dejar, aún está caliente. 

A medida que la tarde va avanzando, la sombra se ensancha y levanta la brisa. La luz es de una blancura gaseosa, efervescente, deslumbrante. En el aire, esa luz, con los ojos semicerrados, simula unas  vaporosas lengüetas que danzan. Como chiribitas.

La pálida vaciedad azulada del cielo parece acompañar esta siesta. ¡Gracias, Dios mío, por  este silencio sin evangélicos que adoran cantando  a gritos a un Padre que no siento  mío!

Todo en conjunto es tan sumario y simple y, dentro de este ambiente, la sombra es tan fresca, que  invade un sopor donde despiertas abandonado al ronquido insospechado. Relajas los mofletes y te escuchas a ti mismo resoplando...pero,¡ da igual!: sigues dormitando.

Poco a poco , el párpado cae sobre la imagen de las baldosas del  alfeizar de la terraza que tienes en la niña de los ojos. Escuchas los silbidos de un córvido, los ladridos lejanos de unos perros,y el rumor del río  Pocochí que se  esfuma en  sordina , lo mismo que esta tarde calurosa.

Esta lenta huida en que se pierde el mundo de vista, no llega nunca a la inconsciencia completa. Por más adormecido que estoy, se mantienen  lúcidas dos o tres sensaciones precisas: el cosquilleo del viento sobre la piel, el sabor del café en los labios, el respirar  pautado de estas horas…

Al cabo de una hora abro los ojos y me quedo mirando absorto el valle, como hipnotizado.

Me acuerdo de Manuela, y doy una patada al aire. Es una forma instintiva de rebelarme, porque quisiera que ella estuviese aquí, y la echo de menos.  Hoy, más.


4 comentarios:

  1. Buenas noches, suso manuela creo esta en un buen sitio y no sufre......ni quisiera q tu lo hicieras, pero es normal. ......Jesucristo también lloro en la muerte de lázaro. ......y nosotros somos humanos......un abrazo y sigue con tu siesta, una costumbre nuestra.

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  2. El viajero de las pelotas16 de marzo de 2015, 23:53

    Estamos a tu lado.
    Bueno, estamos ahí, mås despistaos que una ardilla en un festival de rock.
    Ya tú entiendes.
    Somos muchos. Si te quieres arruinar, invítanos a almorzar.
    Descansa, amigo.

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  3. Y a todo esto, ¡ Xavier en Las Vegas !

    Vaya pájaro el tal Xavier.

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  4. Estos paisajes o Torreciudad, con que te quedas?

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