martes, 17 de marzo de 2015

Y AHORA QUÉ.

Antes de ir a Guate fui con una persona que quiero bastante  a visitar el Centro Astronómico de Tiedra

Allí nos mostraron la luna por telescopio. La Luna...En ese Centro, que recomiendo su visita, vuelves a sentirte pequeñito: ese Piedro está a un segundo si pones la aguja del  velocímetro  a 100 mil kilómetros por segundo , sin embargo, la estrella más cercana está a cuatro años, si das cera a la misma velocidad.

Si sigues dándole zapatilla a la máquina la distancia hasta el final de nuestra galaxia es de cien mil años luz,  y la galaxia vecina más próxima está a un millón de años luz...¡¡¡qué vértigo!!!

Pero la realidad a día de hoy es que nuestra capacidad de trasladarnos por el espacio es más primitiva que la que teníamos de viajar de Zaragoza a Utebo  hace mil años.

Sabiendo esto , sería sensato, y humilde, pensar que nuestra propia galaxia puede estar hirviendo de otros seres vivos y nosotros sin enterarnos. Y que, oye, esto va a toda leche, que sólo se vive una vez, te pongas como te pongas, te digan lo que te digan sobre reencarnaciones, o historias de cosas raras. 

La verdad , si no hay Dios, y Dios providente, ¡joder!, esto es una puta estafa.

No entiendo a esa gente que cree  sólo en la vida que ve,  que toca, y que siente. 

Y no la entiendo porque aunque no sepamos de otras vidas, y otros mundos - incluyo los de naturaleza espiritual - , saber que existen cambia nuestro concepto del mundo y de nosotros mismos.

¿Te has preguntado por qué somos tan gilipollas?: probablemente porque no creemos en nada más que lo que vemos y tocamos. Y con ese planteamiento sólo queda la gilipollez como esencia de vida.

Pensando así, vives como un africano  antes del descubrimiento de América: creían que estaban solos en un trocito de la sabana , pero en realidad su única soledad era la distancia insalvable para su capacidad tecnológica de moverse.

Hasta hace sólo 80 años,creíamos que nuestra galaxia era única en el universo y hoy sabemos que hay cien mil millones más. Léelo de nuevo: ¡100 mil millones de galaxias!.

Escrito de otro modo: 100 000 000 000 000 000 de galaxias.

Y ahora qué, ¿ te vienes a recorrer este mundo?
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Hoy, con el padre, la hermana Dora, dos horas andando hasta Sequib, aldea que está donde el viento da la vuelta. 

Preciosos paisajes humanos y geográficos, como nos tiene acostumbrados  Guate. Delante de esta voracidad de verdes desordenados , uno se queda siempre con un palmo de narices. La selva es impintable, indescriptible, inaferrable, incomprensible y de una indiferencia total.
































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