sábado, 16 de mayo de 2015

EMPEÑADO EN ESCRIBIRLO DE OTRA MANERA.

Hay que tomarse en serio a Shakespeare: «La vida es un cuento absurdo, contado por un idiota sin gracia, lleno de ruido y furia.» 

A este texto habría que añadir: «que se empeña en escribirlo de otra manera». 

El hombre es un animal desdichado por comprender que es un animal, y que aspira a dejar de serlo. 

"¿Eres un desdichado, Suso?", me pregunta el que guarda memoria de mis pecados.

Bueno, llámalo como quieras: hay muchos Susos en mi biografía, y no de todos puedo sentirme orgulloso. De todas formas, seguiremos navegando  con este barco que lleva mi nombre por un mar azaroso , con rumbo pero sin mapas.

Hasta lo que me parecía imposible se alcanza, de momento: no fumo, no bebo...sólo me falta no ir con hombres.

Mi historia  es la crónica de múltiples naufragios, qué le vamos a hacer. 

Tú, por ejemplo, tan virtuoso, lo eres  por prudente. Tus virtudes se apoyan en el miedo, en la hipocondria, en tu avaricia, porque hasta para pecar hay que ser generoso. Por esa razón te atreves, oculto en tu anonimato, a aconsejarme "ayuda profesional" a mis problemas.

¡Tú, a mi!

Pero como escribió el sentencioso Séneca: «El buen piloto, aun con la vela rota y desarmado y todo, repara las reliquias de su nave para seguir su ruta.» 

Yo soy yo, y tú eres tú. Dicho de otro  modo: ni tú eres yo, ni  yo soy tú.

Estoy convencido de que vivir navegando, cara al viento, es un bello vivir, y tengo a buen recaudo el cuaderno de bitácora de mi biografía, con sus tempestades y bonanzas, mares profundos e islas emergentes, y a veces el barco en las piedras , para ver de descubrir los rumbos perdidos y los rumbos logrados.

Por supuesto, no sabes de qué hablo pero, como al conde Arnaldos te contestaré:

Por Dios te ruego, marinero,     dígasme ora ese cantar.--
  Respondióle el marinero,     tal respuesta le fue a dar: 
      --Yo no digo esta canción     sino a quien conmigo va. 

Hoy esta canción es una balada preciosa que se titula "Manuela".La compuse yo,por eso es tan buena.
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Leí una noticia de Serunión que salió en prensa ayer  y pensé "¡que se jodan!".

Inmediatamente me di cuenta que no está bien alegrarse del mal ajeno, aunque a ellos les importó nada el mal mío.

Y es que no es justo lo que les está pasando.

Y sé lo que digo.


7 comentarios:

  1. "El ruido y la furia" es el título de un maravilloso libro de Faulkner, título que toma de esta cita de Shakespeare.
    Felicidades por lo del alcohol y el tabaco: llega un momento en que nos tenemos que cuidar...
    No entiendo lo de la ayuda profesional (osease: pagando). Muchas veces es un parche que se pone a algunos para tranquilizar la conciencia de otros. En el Betis se reducía a empastillar al personal y dejarlo grogui.
    Yo creo en el poder sanador de la literatura, en el vudú de las historias. Es mejor saborear El ruido y la furia que cien horas de ayuda profesional.

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  2. Muy intensa esta entrada.

    De lo mejor. Gracias, y enhorabuena.

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  3. Esa cita está sacada de contexto... Shakespeare la pone en boca de uno de sus villanos más cabrones y más paranoicos. Vamos, que no es que Shakespeare pensara eso. Más bien pensaba justo lo contrario.

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  4. Mucho conoce usted a Shakespeare pare decir que él no pensaba eso.

    No sé si lo pensaba o no....pero la vida se parece bastante a lo que dice uno de sus villanos. En mi opinión.

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  5. Mucho conoce usted a Shakespeare pare decir que él no pensaba eso.

    No sé si lo pensaba o no....pero la vida se parece bastante a lo que dice uno de sus villanos. En mi opinión.

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  6. Querido Pacomé:

    Shakespeare hacía lo mismo que Dostoievski: en primer lugar, no opina, sino que constata, o sea, no da sus opiniones sobre diversos temas –que es lo que tanto nos gusta hacer hoy a nosotros– sino que –más o menos atinadamente– expresa las cosas que él ve, y si alguna vez da su opinión, la presenta expresamente como tal; y en segundo lugar, sus puntos de vista él los distrituye poniéndolos en boca tanto de los personajes buenos como de los malvados, de modo que, por una parte, ningún personaje puede quedar desatendido, y por otra parte, la unidad del drama se constela desde la totalidad de los personajes, sin excluir a ninguno de ellos. Este principio de constelación dramática no es una cosa que a Shakespeare o a Dostoievski se les hubiera ocurrido porque ellos eran así de ingeniosos, sino que es lo que ellos veían y cosntataban en sus mundos y sus tiempos, y por eso sus obras, sin dejar de ser invenciones poéticas, son retratos de sus épocas y del hombre en general. Por eso sucede que cuando leemos los dramas de Shakespeare o las novelas de Dostoievski podemos sentirnos identificados con TODOS los personajes: no sólo con los buenos, como en las películas americanas, sino también con los malvados o incluso –como tú dices, querido Pacomé– con los más villanos. Aparte de esto, o quizá gracias a esto, Shakespeare, al mismo tiempo que Cervantes, pero unos años antes que Velázquez y unos siglos antes que Dostoievski o Goya, es de los primeros grandes artistas que, dejando intactas las barreras estamentales, disuelven la diferencia moral entre „nobles“ y „villanos“ (una barrera moral que, para nuestro bochorno, todavía sigue prevaleciendo en la prensa rosa y en las portadas de los periódicos: cuando en la edición digital de El País –del ABC mejor ni hablar– vemos las estúpidas noticias sobre el nuevo peinado de Letizia, también nosotros constatamos que, desde que Shakespeare murió hace cuatrocientos años, no hemos avanzado nada).

    PS. Yo no es que sea republicano: es que la monarquía me da vergüenza.

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