Hay gente que quiere más y piensa que el mundo es un lugar competitivo, una auténtica jungla donde los unos devoran a los otros. Creen que para alcanzar el éxito tienen que ser mejores que el resto. Para demostrar su valía, se promocionan a sí mismos y procuran que sus esfuerzos reciban los elogios que se merecen.
Es alucinante la cantidad de personas que nos rodean que, sin ningún escrúpulo, dicen " porque yo lo valgo". No son crueles ni despiadados; son simplemente pobre gente que necesitan decirse lo que piensan que nadie les dirá.
“Si no pienso en mí y me pongo por encima de todo lo demás nadie lo hará por mí”.
Valiente gilipollez.
Pero se trata de ser feliz, no de hacer el gilipollas. Aquí viene la gran noticia: quien se ocupa de darlo todo es, lógicamente, quien menos dinero tiene y raramente alcanza puestos de responsabilidad. Les da igual. Entre sus valores no está subir un 8.000 por la cara norte con piolet y sin cordada.
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ESPACIO RADICAL LIBRE: VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE
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