miércoles, 26 de octubre de 2016

EL APOCALIPSIS

A veces  sueño despierto con asistir al fin del mundo. Es algo que ocurrirá con seguridad dentro de millones de años, cuando el sol se apague. Pero puede  que algún zumbado adelante la fiesta y  presenciemos  el definitivo fundido a negro.

En el fondo del cerebro humano existe una  esperanza apocalíptica  A mí también me gustaría ver el fin del mundo, si va a ser tan espectacular como dicen.

Subiría al Tibidabo ,  pediría un Jack Daniel , me asomaría  ora a la falda de Barcelona, ora a la del Vallés,  y presenciaría  en primera fila una apoteosis escénica  de fuego, una cascada de misiles , o una niebla espesa de gases  letales  de  color azul  que bajarían a la ciudad Condal formando  un mar de brumas densas con islas como la Sagrada Familia,  la Catedral  , en el Barrio Gótico , o se derramaría como un lago  entre Sabadell  y Tarrasa.

Por primera vez en nuestra Historia nos sentimos capaces de destruir la tierra, y en ese sentido hemos llegado a la cima en nuestro  papel de reyes  de la creación. Es el final de  la película "¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú". , donde el piloto desquiciado debe soltar manualmente una de las bombas, cayendo con ella mientras simula estar a lomos de un caballo salvaje.

Ya lo hemos intentado una vez, pero  no terminó  de salir bien. Y es  que no debe de ser fácil. Tal vez los islamistas radicales lo consigan, o el norcoreano gordito que querrá pasar a la Historia....pero, ¿qué Historia, si después no queda nada?.

Después de la bomba de hidrógeno siempre quedará a salvo un chimpancé medio gilipollas que se pondrá a pintar en una cueva y, hala, a  volver a empezar.

Nuestra existencia seguirá siendo un conjunto de pequeñas historias : una mala enfermedad  diagnosticada, maravillosas erecciones,  repetir curso , el suicidio del padre de aquel amigo, una  inspección de hacienda, premios del cupón de los ciegos, rebajas en grandes almacenes, la novia que regresa a tu vida, un divorcio  que no esperabas , amores adolescentes, tu padre que no termina de soltar la  pasta.

Y esa Manuela, o Matilde, o Ana, o María José, o Carlota, que están tatuadas y herradas  en el costillar sentimental de tu vida.

Pero el gran fin de fiesta no llegará hoy. Una pena.

5 comentarios:

  1. Los recuerdos.... recuerdos son....
    El presente es mas real, comparte la felicidad con el que tienes a tu lado y olvida el pasado... no sirve para nada .... si valoras a la pesona que esta contigo...
    La que se fue.... puede que se haya dejado seducir por ese amorio del pasado que le nublo la vista y no le dejo ver la maravilla del presente...
    si no se nos nublara la vista y la mente.... que felices seríamos....

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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