jueves, 27 de octubre de 2016

LAS COSAS COMO SON.

Sufrimos  porque   las cosas sean distintas a como realmente son. 

Lo mismo sucede en nuestra vida . Quien tiene por pareja a alguien mustio desearía  la compañía de una persona con  carácter alegre y desenfadado . Y, con toda seguridad,   este último tendrá harto a quien convive con él un día tras otro.. Siempre las mismas gracias, los mismos chistes, las mismas costumbres. ¿Por qué anhelamos siempre lo que no tenemos?

Si lo consideramos, nuestro  mayor tesoro es lo que ya poseemos. Y bastaría perderlo para darnos cuenta  de su   valor. Eso sucede con personas, animales, cosas.

Vivimos  en el cambio. La moda es progreso. La sociedad del bienestar es cambiante. Eso hace que pensemos que la estabilidad  es algo malo.  La insatisfacción es lo que permite el progreso de la ciencia, las artes y todo lo que tiene que ver con la sociedad de consumo.

Cuando  la vida es  monótona  la gente tiende a instalarse  en la queja y la amargura. Bastantes molestan a los demás –y a sí mismos– de forma totalmente estéril porque de nada sirve señalar lo que no funciona sin ofrecer soluciones. En muchas empresas  el cáncer son esas personas. Y si es una pareja, o un matrimonio, también.

Madame Bovary  es una señora aburrida , instalada en un estado de  insatisfacción permanente a causa del desnivel entre  sus propias ilusiones y la realidad.  El síndrome Bovary es el de esta gente.

Muchas personas se dicen " si las cosas  cambiasen", " si  tuviese  este otro trabajo", " si ganase más dinero", "si hubiese  tomado tal   camino profesional..." Se convencen de que cuando encuentren algo  mejor, o la pareja ideal, o les caiga la lotería  se darán permiso para disfrutar de la vida. 

La verdad es  que nada resulta como esperábamos una vez que lo conseguimos

Lo que ocurre es que muchas personas cuando llega el momento tan largamente  deseado se dicen "¡coño, no era esto!". Ojo, pestaña, que la vista engaña:  más que insatisfacciones existen las personas insatisfechas. Por ejemplo, conozco alguno que por nada del mundo vivirían en la casa que vivo hoy. Pero no es la casa, es la persona.

Y  esa gente  que  les cuesta   aceptar las cosas como son, también les  cuesta aceptar a los demás. 

El típico, o la típica,  que  hace  un  un favor a un vecino, y le  duele si no obtiene  el mismo trato por su parte cuando lo necesita. El quejica  que  pone a caldo a sus  compañeros  que  no cumplen con sus tareas, que en su presunción piensa que el jefe o la jefa es un ser inútil que está  cargándose  la empresa.

Al  esperar que los demás se comporten de determinada forma les estamos negando el derecho a su manera de pensar, de ser : ser o actuar de modo distinto a nosotros no tiene por qué ser negativo. Cada persona tiene una combinación única de defectos y virtudes. Pero tendemos a enrocarnos y señalar al otro como enemigo.

Conocí un chaval que  sorprendimos con una agenda donde  escribía  y dividía los seres humanos  según la blandura o dureza de  sus carrillos , galtas, o mofletes. Unos eran "piedra", y otros "globos". El crío se había pasado  meses y meses probando  mollares, desde profesores a alumnos, y algún sacerdote. Lo inquietante  de esta criatura era que despreciaba totalmente el género "piedra".

Así son algunos: sólo  "globos", por favor.

La realidad es siempre más amable que las historias que contamos sobre ella . Y los enfados que tenemos con los demás son , en el fondo, algo de nosotros mismos que nos molesta. Por eso mismo queremos cambiarlos, porque es  más fácil exigir  del  otro que transforme su vida que  la de uno mismo.

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ESPACIO RADICAL: A ESTA LA HE QUERIDO YO MUCHO.

2 comentarios:

  1. Sí señor! A ser feliz con lo que se tiene. Dejar de perder el tiempo, dar el prmer paso. Disfrutar !

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  2. muy buena entrada la de hoy... y creo que es parte del motivo por el que los matrimonios actuales duran poco...

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