Cuentan del abad Virila que decidió dar un paseo por los bosques cercanos al monasterio de Leyre mientras meditaba sobre el gozo de la eternidad. En una fuente encontró un ruiseñor que le distrajo y se quedó dormido. Al despertar, encontró el camino de vuelta al monasterio tras una larga búsqueda, pero quedó contrariado al ver que el tamaño de la iglesia y otras dependencias era mayor a las que él había abandonado esa tarde.
Cuando entró en él, nadie supo reconocerlo ni él pudo identificar a ninguno de los monjes que ahora ocupaban Leyre, así que decidieron buscar en el archivo del cenobio y descubrieron que se trataba del abad Virila, desaparecido en el bosque trescientos años antes.
Estos días me despiertan antes del amanecer los gorjeos de unos pájaros. Me gusta quedarme en la cama sumido en una suave somnolencia mirando el techo sin pensar en nada. Por la ventana entran los cánticos de estas aves que me llenan de alegría el oído derecho. Simultáneamente el vecino escucha la radio y oigo la voz persistente de un locutor que habla de las miserias del mundo.
Tendido en la cama recibo dos mensajes: Tanto los pájaros que se hallan en el tejado de casa como el locutor del informativo que habla son pájaros, aunque de distinta clase. Uno canta y el otro está que trina.
La naturaleza y la información. Si me dejo llevar por el canto de las aves ellas me conducen hacia la fuente de Virila donde toda la gente se encuentra a salvo. Si me dejo embaucar por la voz del locutor me sumerjo en las simas de la corrupción, crímenes, guerras, escándalos, calumnias, injurias, insultos, caídas y fragilidades humanas.
Ese estado de esta primera hora de la mañana forma parte aún de mi inconsciente y no sé distinguir muy bien qué es sueño o qué es vida . Estos días, además, me debato en un mar de dudas , pues me encuentro en una encrucijada personal que me agobia: no sé qué camino tendré que seguir para salvarme cuando despierte del todo. ¿Salvarme?...sí, salvarme, redimirme.
Durante el transcurrir del día otros pájaros en los árboles se van incorporando al concierto de la naturaleza con un sonido muy optimista y al mismo tiempo en los transistores de la vida otras voces me darán una maraña de opiniones, denuestos, denuncias, improperios y presagios llenos de pesimismo.
Así es la vida, canto y ruido. La elección no es tan sencilla.
La vida mancha, piensan muchos, y creen que esto es un infierno. La otra opción consiste en reconstruir nuestra maravillosa y pequeña vida , esta de ahora, ¡tan hermosa!, desde una flor y el canto de un pájaro.
Yo pienso que hay que guardar un equilibrio. El hombre es una animal social y si escribimos en internet es para compartir. En mi opinión, el éxito de internet es que es una rede de redes en las que al otro lado hay personas con quienes podemos compartir muchas cosas.
ResponderEliminarLa naturaleza humana dañada nos hace ser egoístas y actuar de otra manera. Limitamos el 'compartir' a los que piensan como nosotros porque nos da la seguridad de la tribu. Siempre buscamos seguridad en forma de bienes materiales y refuerzo en los que piensan igual.
No hay que caer en el pragmatismo de los chinitos (que igual te venden una estelada que una bandera de España o una comunista) ni en el idealismo de los que crean su propio mundo. Comprender a los demás, intentarlo al menos, es el camino. Pero no comprender PARA manipular, comprender para ser mejor persona (lo que no significa tolerar lo que está mal con una mal entendida comprensión de coleguita; yo soy realista y pienso que hay cosas que están bien y cosas que están mal). Ser mejores personas debería ser nuestro proyecto vital, y nos hacemos mejores solo en nuestra relación con los otros.
Retirarse para pensar y leer está bien, pero pienso que somos seres sociales.