Este país de envidiosos disfruta viendo ensañarse el mal en las vidas ajenas.
¡Cómo nos regocija viendo al corrupto entre rejas, o al rico suicidándose desde la azotea del Princesa Sofía, al pobret del Puigdemont fen figa del Castell de la independencia!.
Esta alegría es una reacción primaria que surge de las vísceras .
Esta alegría es una reacción primaria que surge de las vísceras .
En este instante , la vida pública española está a merced de los instintos. Es el tiempo de la venganza y del "¡que se joda!". Qué pena ver esos telediarios con el pueblo llano esperando en la entrada de los juzgados y allí se explaya insultando a la Casa Real, a políticos y banqueros en su paseillo a la vista de los jueces.
En la acera de los juzgados un jurado de ciudadanos airados emiten su veredicto. Zarandean los coches de estos tiburones, lanza escupitajos y blasfemias con las venas hinchadas mientras el famoso se abren paso entre cámaras y periodistas.
He aquí la mecha de un barril de dinamita que está en el culo de todos. Porque aquí no se salva nadie. Conviene repasar El Carro de heno de El Bosco. El tríptico , cuando está cerrado, presenta el tema del vendedor ambulante, atribuido. Representaría así El camino de la vida, con un peregrino, una especie de ermitaño estoico acechado por los peligros del viaje, y que se resiste a las tentaciones.
Aíslate del mundo y sus tentaciones, del Diablo y su pompa.
Si lo consigues , verás que hay tantos chivos como puñales. Da lo mismo inocentes que culpables. Todos preparados para beberse la corrupción hasta sus últimas heces.
No entres a ese juego, amig@, la vida no es eso.
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