sábado, 14 de octubre de 2017

SABER DONDE ESTÁS

Cuentan  que  en el Museo del Prado, un guardia de seguridad se llevó a rastras a una señora que se había postrado ante una virgen de Murillo para pedirle favores. Creyeron que estaba loca.

Probablemente no estuviese  tan loca  como mi madre, o la  tuya. Estoy seguro que,  la pobre, no distinguía un museo de  un oratorio.

A Murillo  le  hubiese conmovido la anécdota.

La pillería  es un contexto: consiste en saber en qué lugar exacto se encuentra uno en un momento determinado. 

En ese  sentido las orquídeas  son de una inteligencia maravillosa. Las pobres no pueden andar , desplazarse, y hacer el amor  con otra orquídea. Para eso están los abejorros. Esos que  gustan de ir de orquídea en orquídea.   Para atraerlos  las  flores les ofrecen apariencias  que en realidad  no van a dar.

Como los políticos.

Así, imitan olores, o colores,  que esconden cebos al abejorro. El  insecto va a libar el néctar y se encuentra que no hay tal, es un camuflaje de la  flor. De esta manera consigue que las patas del bicho  se impregnen del polen y en su vuelo a otra orquídea consiga polinizarla.

Conocí uno  que con frecuencia  no sabía donde había aparcado el coche. ¿La razón?:  después de  aparcar  hacía un vía crucis de estaciones en bares, y cogía unos pedales muy principales.

Así que en el primer bar  escribía la dirección del aparcamiento, y a seguir su particular camino del Calvario.

A  estas alturas de  la película de mi vida me conformo con saber en qué bar, iglesia o museo me encuentro en cada instante, y una vez situado me daré por satisfecho si no me confundo en mi trayecto de regreso a casa con  una orquídea que camufle  aromas sugestivos, y me tienda una trampa  y me polinice.

No sé si me  explico...



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