Hay una verdad universal que los católicos llamamos Comunión de los santos, pero que nombran todas las religiones, civilizaciones, culturas. Incluso en la gente de buena voluntad que desconocen esta idea.
Cualquier acto que uno realice, por miserable que parezca, siempre será un acto universal: si es bueno, nos hace bien a todos, si es malo, nos daña. Lo importante no es si el río de la vida viene embravecido o fuera de cauce. Lo importante es que no esté envenenado. Las aguas bravas terminan encauzadas, las envenenadas no
Ahora millones de seres en todas las partes del mundo hacen cosas buenas o malas, ordenadas o desordenadas, alegres, o muy trites.... Vicios, sentimientos y tragedias íntimas participan igualmente de una corriente universal que actúa como dentro de esta sinfonía , y arrastrado por ella alguien puede afinar o desafinar , entrar a tiempo o a destiempo, pero no es sino otra de tantas criaturas unívocas que baila al son de una melodía compuesta por todos los placeres y sufrimientos de la humanidad junto con sus ambiciones, alegrías, dolores, amores, desamores.
Sólo los héroes y los santos escuchan esta música: son conscientes de que la acción o el sacrificio personal se prolonga a través de un inmenso campo de almas, hasta crear una unidad, y sólo dentro de ella se sienten libres o redimidos.
Todo cuanto sucede forma una partitura . El conjunto de blasfemias y plegarias engendra un cántico que se eleva hacia lo más alto, hasta el mismísimo corazón de Dios. Ese Dios que antes de morir "dio un fuerte alarido" ,que abrazó el grito unánime de todos los esclavos, del dolor de los inocentes que lloran porque no entienden nada, el sonido de todos los látigos, el rumor de innumerables frustraciones, de idénticas esperanzas, de estertores y carcajadas semejantes, que son reflejos de todo aquello que hace que gritemos a Dios "¿por qué sucede esto?".
¡Ojo con ese grito - alarido- de Dios en la Cruz!
Pero esa Comunión de los santos también es sentir indefinidamente multiplicado el amor sabiendo que de él participan todos los mortales; diluir las desgracias que uno tenga en el acervo común del dolor, en eso consiste la santidad nueva, del mismo modo que el heroísmo de hoy no es más que un ejercicio de humildad: entender que toda la humanidad está haciendo fuerza cuando levantas un papel del suelo.
Pienso que la comunión de los santos es un paso más de lo que los griegos llamaban la polis y los romanos la civitas. Es muy bonito como lo cuenta Cicerón en El sueño de Escipión.
ResponderEliminarJesucristo nos recordó que la gran familia es la humanidad, no se limita a la polis, y que no hay que ver al "otro" como enemigo.
Esta tendencia es imparable y se llama "globalización". Aunque siempre hay algunos que quieran volver a la falsa seguridad de la tribu.