martes, 3 de octubre de 2017

UNOS SEGUNDOS, UNA VIDA.

Hace algún tiempo, cerca de Sant Sadurní   salí disparado volando en el coche por un terraplén . Durante los breves segundos que estuve en el aire  dando una  vuelta de campana , sobrevolando la  muerte   , vi en el interior de la memoria toda mi biografia comprimida, iluminada por una brevísima descarga. 

En el  día  de hoy puedo explicar  la ráfaga  eléctrica  en  forma  de visión que experimenté antes de caer vivo e ileso al otro lado del barranco. Hay  noches  que  la  vivo  como  una  pesadilla.

Mientras surcaba el aire y  gritaba  "¡Dios  mío"!  me   deslumbró  una especie de oscuro resplandor , fundido  con la   parálisis  de mi  sangre. Cerré los ojos y en ese momento mi imaginación quedó paralizada en el vacío.  Ni  siquiera  pensé  en  sobrevivir. No recordé para nada los graves problemas de esos  días : el cambio  de destino a Lérida  que  bifurcaba  mi vida, la  victoria de la  PSOE, la Cataluña llorona  con la Independencia - que ya  se  daba  entonces-  la caída  del Muro. 

Tampoco  el dinero , y las pequeñas pasiones de los hombres se esfumaron. 

Pero en el cristal del parabrisas o en el fondo calloso del cerebro entreví  toda mi existencia concentrada en cuatro haces de luz.  Mi vida  había sido una apariencia y  el  mundo un  sueño a reducido al vértigo de estas imágenes: mi padre  haciendo  flexiones en un  cuarto iluminado por  el sol   através de  las  rendijas  de  una ventana, mientras yo estaba  subido a su espalda . Uno  en el  Paseo  Fernando  el Católico, a la altura  de la Plaza  san  Francisco,  declarando su amor a  una chica  morena, alta, de ojos  tristes  y azules, que respondía  al nombre de  Matilde  Muñoz. La torpe  e  ingénua   primera  relación sexual en una inmunda  habitación de las  Ramblas . La  caricia fugaz  de san Juan Pablo II en mi nuca  susurrándome al oído  "eres  muy  bueno, eres  muy  bueno".

 El coche volaba contra el viento  y yo de forma ciega en ese viaje de cinco segundos mortales aprendí cuanto sé de la realidad. Que la vida no es más que el reflejo de una bata  blanca  con  rayas azules  de cualquier instante de la infancia, la ingrávida  sensación de haber sido joven una vez, el recuerdo de un temblor de la carne unido a un perfume barato , la presencia vaporosa  y dulce  del primer amor. 

Y poco más. 

Sólo después de haberme salvado comencé a pensar de nuevo en las idioteces de cada día. En la independencia  de  Cataluña  y esas cosas.

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2 comentarios:

  1. Hay dos conceptos de verdad. El de la adecuación de la cosa con el intelecto y el de la aletheia.
    Aletheia sería desvelar, quitar un velo para contemplar sin esfuerzo la verdad. Heidegger y Gadamer lo resucitaron (ahora estoy leyendo cosas de la hermenéutica) y de ahí la verdad en la poesía o en el arte. Comprender es la actividad propia del hombre, descubrir el mundo.
    Esta mañana un filósofo me ha enviado una foto de Franco con la cara de Rajoy. También me podía haber enviado una foto de Franco con la cara de Puigdemont o a Pujol, pero ha elegido a Rajoy porque es un filósofo idealista: la realidad no existe y es el espíritu el que informa la materia y crea esa realidad.
    Es interesante ver cómo piensa cada uno. Al final la realidad sí importa y recogeremos los frutos de lo que sembramos.

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    1. Algo así trataba de explicar con mi comentario de ayer (por cierto, siempre firmo pero hoy veo que se me olvidó, soy Morley). Por ejemplo, en la prensa extranjera están refiriéndose a la Guardia Civil como a una organización paramilitar que opera al margen de la legalidad. Eso es una flagrante mentira, no sabemos si difundida por ignorancia o por malicia, pero en cualquier caso no es una cuestión de ideología; o son paramilitares o no lo son, es cuestión de verdad o mentira. Y la verdad es directamente cognoscible y merece ser defendida.

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