martes, 2 de noviembre de 2021

DÁNDOLE VUELTAS AL PERRO.

Viví unos meses  con una mujer  que practicaba yoga   y disfrutaba de lo  Zen. 


No creo que sirva demasiado para tíos como yo. Pero, en fin, al que le   sirva, pues vale.

De mi diré que por más que lo he intentado  no he encontrado forma de alcanzar una cierta paz espiritual a  través de la meditación, el silencio  y mantras varios. Mi cabeza , imaginación, corazón, es un bulle bulle burbujeante como el caldero de una bruja chiflada. Me  ponga como  me ponga. Y no será porque no lo intenté.

La  gente piensa    que la espiritualidad solo puede encontrarse en medio del campo, en una masía aislada frente al mar, en una casa de retiros espirituales,  o entre los muros de un monasterio. Yo he practicado en todos esos sitios y, la verdad, salía de allí  con ganas de irme a un bar y tomarme varios  Jack Daniels on the rocks  . Soy muy superficial. 

La inmensa mayoría vivimos y trabajamos en medio del bullicio, por lo que si aspiramos a la armonía tendremos que aprender a hallar la serenidad en medio del caos. Y allí sí que he conseguido avanzar.

Hoy vivo en un retiro obligado por la vida. Aquí somos dos y el campo, o sea,  los pájaros,  la luz, el viento, la lluvia, el azar de la vida campesina. Y puedo decir que sí, que se vive muy bien

Alguien dijo, y muy sabiamente: "No puedes vivir en el reino de Dios por mucho tiempo. No hay restaurantes ni lavabos" . Pues, lo siento, pero sí se puede.

Hay una  pequeña fábula  que  dibuja muy bien nuestra situación ( al menos la mía) : un hombre cada mañana antes de desayunar saca a su perro al patio delantero, lo coge por el rabo y le da unas cuantas vueltas en volandas. Un vecino le pregunta por qué trata a su perro con tanta crueldad, a lo que el dueño responde: "No tiene ni idea de lo contento que se pone el perro cuando lo dejo en el suelo".

¡Ese es mi  camino!: a este perro que lleva mi nombre la vida le ha dado muchas vueltas al viento imperio

La mayor parte de las dificultades de la vida, excepto la enfermedad, son causadas  por nuestras relaciones con la gente. Digámoslo ya:  la gente es un coñazo. Y nosotros somos un coñazo para la gente. Hay días que uno  entra en el vagón de ferrocarriles , y al verlo lleno, sin un asiento vacío, se liaría  a tortazos con toda la peña. Incluso las ancianitas. Esas las primeras.

Pero, ¡ojo!, primera lección de "Una vida retirada ": El sufrimiento no lo generan las personas que nos rodean ni el lugar en el que nos encontramos, sino tú. Tu yo idiota. Tu yo gilipollas. Tu yo   capullo, que  es que eres un capullo.

Paciencia. Sonríe. Si en ese instante te sobreviene un infarto  te aseguro vas a necesitar a esa gente que tanto detestas,  borra las fronteras entre los demás y uno mismo. En medio del atasco, en lugar de maldecir el tráfico, puedes convertir  ese  auto en una capilla  donde escuchar tu música favorita, que espero que no sea la gallina turuleta.

Hay más truquillos, pero deberás buscar  los tuyos.

Tú no eres yo. 


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