Lo escribe Tomas Tranströmer , premio Nóbel de literatura , en "Visión de la memoria" sobre su infancia y juventud.
Cuenta su forma de escapar de los abusos de un chico mayor durante los años en la escuela primaria: «cuando se acercaba, yo fingía que mi Yo había volado lejos y que lo único que había quedado era un cadáver, un trapo que él podía manosear como quisiera. Entonces se cansó.
Me pregunto qué ha significado para mi existencia el método de transformarse en un trapo sin vida. El arte de ser atropellado, conservando el amor propio”.
Y me acordé de tantos, y sobre todo tantas, que “fingen”...que “vuelan lejos” mientras alguien abusa de ell@s ...sobando un “cadáver, un trapo que se deja manosear”...
Hasta que se cansa de él, o de ella.
Un texto que duele.
La sexualidad, lejos de ser aceptado y normalizado como algo natural, se ha exarcebado especialmente en los ámbitos religiosos hasta aburrir. No es pues extraño que se manifieste en forma de abuso -de acto y palabra- donde hay más represión.
ResponderEliminarNo entiendo que alguien tema ser encarcelado por decir lo que piensa,
; nuestra generación (más si te han contaminado en alguna institución) no está preparada ni mentalizada para asumir la diferencia, las diferencias.
¡Hombre, mujer, qué más da!. ¿No binarios? Pues lo que sea. Seres humanos, hijos del planeta Tierra y nadie tiene la potestad ni superioridad alguna para insultar a quién piense distinto, sólo mostraría su propia bajeza y común miseria.
De acuerdo, con matices... no entiendo la sexualidad como ideología, sea la que sea.
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