Ayer estuve en una terraza tomando una cerveza.
Unos padres estaban sentados en una mesa, acompañados de una niñita en un cochecito muy Ferrari .
La niña era una monada, como todas las niñas de unos meses. De esas que cuando la ves te pones a hacerle cucadas , “¡yujuuu, cuchicuchi, bururububú!”, como un auténtico imbécil.
Luego pasa el tiempo y resulta que le has hecho “¡cuchicuchi!” a Yolanda Díaz, la ministra .
La mamá le dice a su hombre, “me voy al Eroski a hacer la compra”.
- Muy bien, Cari.
Unos segundos más tardes la niñita, que tenía un algo redondo y amarillo en las manitas, lo deja caer al suelo.
El padre recoge la pelotita del suelo, la limpia, y se la devuelve:
- Ten cuidado, amor, que no se te caiga porque se mancha. No lo tires, ¿de acuerdo , preciosa?. Al suelo, no, ¿vale?, ¿lo has entendido?- le dice con cara de cejas en alto, ojos saltones, y señalando con el dedo índice la pelotita.
¡Qué majo!, pensé: aquí tenemos un padre motivado, un alumno aventajado de algún curso de Orientación Familiar.
No ha terminado la lección el padre, y la niñita vuelve a lanzar la pelotita al suelo entre risas, y una mirada que, al menos para mi, no tiene nada de inocente.
Papá la recoge de nuevo, la limpia, y se la devuelve:
- Mira, amor, acabo de decirte que no tires la pelotita al suelo porque se mancha y coge bichos, ¡puaj, bichos malos!, ¡qué ascooo!, ¿ok?, ¿entendiste, cielo?- esta vez la advertencia viene acompañada de gestos horribles y gañotas repugnantes.
La niña le escuchaba con gran atención, con unos ojazos grandotes y divertidos...y deja caer la pelotita una vez más. Tal vez ese padre crea que esa niña es preciosa, pero tengo para mi que Adolfito Hitler empezó así con su papi.
El papá, vuelve acoger la pelotita y exclama:
- ¡A tomal pol saco la pelota,¡joder!, ¡mecagüen la puta ya!
Y la deja en el cenicero.
El pobre tenía la espalda deslomada de agacharse e incorporarse, y había llegado a una sabia conclusión: que le den pol saco a la pelotita.
Cuando la niñita crezca y tenga 15 años, la que se va a ir a tomal pol saco es la niña... Pero hasta entonces, ese padre va a agacharse durante años a por muchas pelotitas, y no pelotitas.
Mientras dura el jueguecito, la niña debe estar pensando: papá es la mar de majo y divertido. ¡Qué tío más simpático!. No muy listo, pero supermajete....(y coge la pelotita del cenicero, y la vuelve a tirar al suelo).
Entrada simpática.
ResponderEliminarCon lo de Yolanda me he descojonado, más concretamente.