lunes, 10 de enero de 2022

EN EL AUTOBÚS.

Que la vida es fugacidad lo aprendes de bien pequeño, con el día de Reyes. Después todo son como coitos de los que recuerdas muy poco, lo mismo  que los juguetes.


Es cosa del deseo, que se promete maravilloso y después, qué. La carne es nada.  El amor , como deseo y como sexo está lleno de decepciones. En la cama debutamos cada noche. 


Viví con uno que retó a todo el Colegio Mayor  a una carrera de cien metros . Tenía tantas ganas de epatar al personal  que al entrar en la pista de Brafa, una escuela deportiva,  empezó a correr como un loco preparando  y calentando . Hizo estiramientos, y ejercicios extenuantes . Y se rompió . El júbilo nos sepulta. 


Con el tiempo aprendes que las emociones epidérmicas, los chutes , no sirven para nada.  Y las peores son las místicas. ¡ Cuánto mal han hecho los motivadores a la gente sensiblera...y cortita!


Esto de las emociones es una mandanga. ¿Escuchamos canciones tristes porque estamos tristes o estamos tristes porque escuchamos canciones tristes? Cuando voy en autobús a Santiago  veo subir estudiantes deprimidos que escuchan música con sus cascos. Se sumergen en los paisajes de Padrón entre   acordes que escuchan a través del auricular. No sé qué escuchan, pero sus rostros  parecen como el que pones al remover las encías buscando un trocito de comida que se te ha puesto  entre las muelas. Y que no hay manera.  Una hebra que trato de sacar con la punta de la lengua, lamiendo el esmalte, empujando su invisibilidad atorada; estrellando en vano el músculo contra los dientes. 


La gente, creo, está jodida. 


He cumplido sesenta y cuatro años.   Este es el año  de empezar de nuevo. No hay recuerdo  que pueda derribar el olor a Nívea, la ola contra los muslos, el desmayo feroz del viento a tres mil metros de altura  contra tu espalda. 


A veces parece que  la vida es  como una sucesión de malas decisiones que terminan siendo divertidas. He perdido a muchos amigos y ahora tengo miedo de que los que tengo a mi lado se vayan. Me hago viejo. Dicen que la religión es el opio del pueblo. Las drogas son malas, pero peor es la tristeza, que es una droga de la que uno nunca se harta. Hasta que se suicidan.


Este domingo escuché una canción en misa que hacía muchos años que no cantaba. "Tomad Virgen Pura". Y me sentí arrastrando por esa letra , como el  cuerpo de una  ballena moribunda sobre mi corazón de arena. Me faltó muy poco para no romper a llorar.  Tratan de devolver  al mar a ese enorme bicho de la infancia , pero ahí sigue, inamovible y despellejada, sobre la playa blanca de lo que fui. De lo que ya jamás volverá. 


Me gusta viajar en este autobús a Santiago desde Caldas de Reis. Más fugaces que la vida son algunos amores. Los del autobús.  La vida adulta es maravillosa. A mi lado, en esta línea con paradas discrecionales , hay gente que va a trabajar, a estudiar, o a vete a saber qué. Yo voy al dentista , una ruso cubana de ojos verdes que miraré a medio cerrar los míos mientras me hurga la boca. 


Me lanzo a los deseos de hoy como un viejo que sabe que esto dura muy poco.




1 comentario:

  1. Magro consuelo, pero celebra al menos que sean verdes esos ojos que te taladran.

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