domingo, 23 de enero de 2022

PARQUE INFANTIL.

Muchos días cuando salgo del gimnasio me doy unan vuelta por el parque que está al lado, muy cerca del río. Allí hay un parque infantil.


Los parques infantiles tienen algo de cosa rara. Padres y madres se miran, fatigados y concupiscentes, buscando soledades ajenas. También es verdad que a su lado , merodeando por allí, hay solitarios de aspecto sospechoso. 


O a lo mejor soy yo , que veo maldad donde no hay nada.


Allí la gente persigue a sus hijos a través de toboganes, columpios  y tigres con muelles. Pero también en esa coreografía surgen los flechazos, el maremoto de sangre y los tirabuzones en el corazón. Esas personas ya no salen de noche , que ha muerto. ¡ Viva el amor de media tarde!.


Lo que pasa en los columpios, se queda en los columpios. La gente fantasea con Netflix, busca consuelo a su monotonía en las comidas, en falsas reuniones de trabajo,  a través de los privados del Twitter; pero todo está en los parques. 


El sol se desmaya sobre las piernas de una madre. Los bíceps de un padre se endurecen al alzar a su hijo en el castillito. El grito de los niños es la música que llena la pista de ese parque que parece una discoteca. Estamos vivos.  «Cuando llega el calor, los chicos se enamoran», escribió Benedetti.


¡Ojo, que  nadie se confunda con esta historia1. 


La felicidad de los niños no depende del metal achicharrante de un tobogán en mitad de un descampado. Hay muchas piedras que levantar para ver lagartijas, muchas cortezas que  escribir en los árboles, muchos perros que perseguir . Es el humano adulto el que necesita el roce de los otros. El parque infantil  es un recurso de mayores.  Zambullirse en la fuente de un nosotros. Imaginar futuros alternativos, fantasías pedestres, un mundo más allá de este mundo. Todo presente, cuando estás mal casado,  es escaso. 


Por eso jugamos a la lotería, por eso flirteamos y nos entrampamos; por eso nos lanzamos a la densa oscuridad de lo que no tenemos.


Siempre es fase 0 en mi corazón. Y paseando este parque  me busco al morir la tarde. Un balón huérfano atraviesa el parque de punta a punta. Un envoltorio de bollycao se derrite a mis pies. 


El amor y la muerte , siempre igual.




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