Vivo en el campo, en el rural que llaman aquí. Escucho por la mañana desde la cama "el coro del amanecer". El coro del amanecer ocurre cuando los pájaros cantan al comienzo de un nuevo día. Es notable en primavera cuando las aves defienden un territorio de reproducción, intentan atraer una pareja. Es un sonido muy alegre, o así me lo parece.
Es un paisaje que despierta un algo infantil en mi, y una afición por andar por el bosque, cruzar playas vacías, sentarme en la orilla de un río y escuchar los pájaros, el croar de las ranas, el viento.
Pero uno tiene la impresión de estar en un mundo que desaparece poco a poco. Se presiente un futuro artificial y estéril , un mundo estandarizado, domesticado en su totalidad, y despojado de toda vida natural. Un mundo corrompido hasta sus raíces por la política, las máquinas, y la codicia de los putos humanos.
Recuerdo los largos y maravillosos veranos en el Pirineo, cuando de noche veíamos en el camino de Javierre a Bielsa cientos de luciérnagas, gusanitos de luz , o pescábamos a mano truchas en ríos vivos, cogíamos fresas, setas , o corríamos entre saltamontes que saltaban aquí y allá en medio de trigales que escondían pequeñas codornices...todo eso se está muriendo.
Mariquitas, tijeretas, saltamontes, escarabajos, grillos, libélulas, luciérnagas… ¿hace cuanto que no ve uno de estos protagonistas de los veranos de nuestra infancia?
Leí que la doble viñeta en la que aparece el parabrisas de un coche hace años lleno de insectos y ahora prácticamente vacío no es un chiste: es una inquietante realidad.
Estamos perdiendo a la infantería de la naturaleza. Lo que se desvanece son los primeros eslabones de la cadena trófica y además se están yendo de puntillas. Porque el descenso, que afecta de manera generalizada a todos los ecosistemas del planeta, incluidos los marinos, se está produciendo de forma casi anónima.
Da mucha pena todo este espectáculo.
Para la mayoría de personas aún es posible aparentar que hay esperanza, fingir que "al final todo saldrá bien".
Pero la suerte ya está echada. Y, sin embargo, los humanos seguimos con esa predisposición a prestar oídos sordos a las evidencias que nos rodean.
Y no me refiero a Pedro Sánchez como desastre.
En fin, mientras escucho a los últimos grillos pienso que nada de esto tiene importancia, por mucho que nos guste presumir de lo contrario. Estamos condenados a un horizonte donde seremos un registro fósil. Tarde o temprano la humanidad acabaremos siendo un estrato mineralizado entre cientos.
La Tierra permanece, nosotros no. El mundo comenzó sin el hombre, y acabará sin él. La vida prosperará , será de otra manera, y volverá a irradiar como es su costumbre.
Y, si hay suerte, en el próximo resurgir, quizá aparezcan por fin seres inteligentes. (Einstein dixit)
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