Hay personas que tienen una disposición natural al parasitismo, que es algo para lo que hay que valer.
He conocido varias, aunque siempre me quedé perplejo con esos hombres que van a la caza de señora de posibles, ella un poco desecho de tienta, de buena familia, aspecto animado, la cara artificialmente rejuvenecida, un tanto barnizada, y que rezuma un mustio romanticismo.
Esta que conocí gustaba soltar perlas sobre ella, como quien rocía pétalos de rosa al paso de la trasnochada dama.
Me llamó la atención que en la primera entrevista, con el marido delante, declaró dándose tono:
- Yo fui novia muchos años de...y citaba un prohombre de las letras catalanas.
Su marido era un parásito de tomo y lomo. De los que vive de la señora gracias a haberle hecho un hijo que, encima, era la fotocopia del caballero. Era una relación que nada tenía que ver con el toma y daca habitual en muchas parejas, o el do ut des. Aquí sólo había do, y dame.
Avalaba al señor dos apellidos de ringo rango que a la señora le debieron parecer suficientemente ponibles en el blasón familiar.
L' home ya tenía su edad , y no estaba para monsergas. Se limitaba a acompañar a la señora, de una manera discreta, y no interferir demasiado en la educación de su hijo , al que , digámoslo ya, no le hacía el más mínimo caso.
En las tutorías don Dalló no abría el pico. Se presentaba muy bien vestido, perfectamente arreglado, a juego con el vestido de la señora, con aquel aire inconfundible de las personas que no han dado palo al agua. Esta sociedad de gente bien está llena de pillos, pillastres y pillastrones, que conocen muy bien el terreno que pisan, porque parten de la idea de que las apariencias engañan.
La verdad es que si no fuese por el final que contaré más tarde, este hombre era de admirar: son personas que no necesitan prometer nada para ir tirando. Tienen suficiente con respirar para que quede justificada su privilegiada situación. Son personas que viven de los oscuros misterios de las relaciones humanas.
Este hombre no hacía prácticamente nada, aunque se daba un aire de que viene de hacer cosas importantes.
¿Tenía algún vicio?: yo creo que no. Esta gente se porta muy bien. Dan muy poca guerra. Son de un sedentarismo recalcitrante, intenso, sin curiosidad por nada.
Por otro lado, tenía cara de bendito. Era pequeñín , muy atildado , peinado con una raya perfectamente trazada. De manos pequeñas y blandas, dedos regordetes, sonrosados, epicúreos, salpicados de hoyuelos, que movía con aires de vaguedad cardenalicia. La sonrisa era de badulaque, cansina e inexpresiva.
Hace unos años me llevé una sorpresa morrocotuda al conocer la noticia de que este hombre estaba en la cárcel por intento de envenenamiento de su mujer.
La verdad es que me cuadra con el personaje.
Este tipo de parásitos no casan con un hacha haciendo astillas la puerta del wáter mientras asoma la cabeza por la puerta con cara de zumbado.
Pero eso de ponerse la bata de terciopelo , verter unas gotas de veneno en la taza de té, y darle un beso de buenas noches a su mujer...pues como que sí.
Buena entrada
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