Ayer me escribió un antiguo alumno. Me llegó muy dentro. Uno sabe que ha dejado huella para bien y para mal, y para nada. O sea, que no ha quedado memoria de ti.
Este que me escribió "hola, Suso: cuanto tiempo. Te adjunto unas fotos de unos "tesoritos" que he encontrado deshaciendo la mudanza. Nos hemos venido a vivir a La Coruña, me consta que también estás por Galicia , si algún día pasas por aquí y te apetece avísame y tomamos un café. Un abazote R."
No caí en quién era. Me puse en contacto con uno de su promoción.... me dio noticia de él " dentro de la saga de la 27 promoción del colegio está en mi lista de "Algunos hombres buenos". Un buen tío". Y tampoco me daba cuenta . Sin embargo, la carta mía hacía un Suso inolvidable.
Así que le llamé y le conté la verdad.
Me avergüenza.
La conversación telefónica fue breve e intensa.
- Estoy muy tocado porque en esta mudanza encontré muchas cosas de mi padre, falleció hace tres años, pero hoy, no sé por qué, os juntasteis los dos.
Su padre...la persona que trabajó incansable por dar lo mejor a su familia. Sin domingos ni vacaciones. Un hombre bueno, fiel, leal, listo, noble, que quería una formación para sus hijos que él no pudo tener. Un hombre que, probablemente, muy pocos supieran, o pudieran imaginar siquiera, lo que sufrió , los sacrificios que hizo sin darse un pijo de importancia.
De esas personas que muchos descubren cuando ya se ha ido. Un gigante. Sí, un gigante que sonreía mientras se quitaba el pan de la boca para que brillara el futuro que él no vería, pero soñaba para los suyos.
¡Cuántas madres y padres he conocido así!.
Pensamos en los pijos, en los ricos de cuna de esos colegios, y olvidamos los que se dejaban el alma, la fama, el lomo, y toda su fortuna por dar a los suyos lo que pensaban era lo mejor.
Mi homenaje. Mi respeto.
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