sábado, 18 de junio de 2022

PARA QUÉ ESTAMOS EN ESTE MUNDO?.

En la vida suceden cosas que nunca entendemos por qué se dieron así, y con esas personas y, sin embargo, nuestra vida dio un giró total. 


Yo le debo mucho a esto. Y no sé explicarlo. Uno le diría a quien me preguntase   que esté atento, que estén atento a lo que está pasando, porque hay momentos que son momentos extraordinarios. Y tú no te das cuenta. 


Es alucinante. Hace unos meses vino a verme desde California un antiguo alumno. Albert. Yo apenas recordaba nada de él. Fui a buscarle al aeropuerto y al verme me preguntó si podía abrazarme:


- Es algo que deseaba hacer desde que dejaste Lleida.  Tú me cambiaste la vida.


Esto es algo que no tiene precio. ero esto no se sabe cuándo. 


He aprendido dos cosas:   el profesor siempre  siembra, pero no sabe si su grano o el grano que intenta dar caerá en buena tierra o no, y a veces puedes cambiar la vida de una persona en 10 minutos. Y esto es factible, pero hay que estar atento.


La otra cosa es que también puedes hacer mucho daño, sin pretenderlo. Y esa criatura nunca olvidará tampoco tu nombre.


Porque cuando educas no lo haces en los cuerpos, sino en toda la persona. Somos  un coche, y un auto  no es el motor, no es el chasis, no son los compañeros de viaje, no es el lugar, la carretera por donde vamos, no es el paisaje… Todo es lo que es…La persona es el viaje.


Bertrand Russell dice: “¿Para qué estamos en el mundo?”...“Para dos cosas: para ampliar el conocimiento y para ampliar el amor”.  Esta frase hoy me guía. Esta idea que no entendí hasta hace bien poco.


Vivimos ciegos. Cuando estuve cuidando a Jaume de su enfermedad, un cáncer terminal, no caí en la cuenta de que aquella relación me iba a marcar para toda la vida. Ese hombre era oceanógrafo, un experto mundial en lo suyo, miembro de CSIC - le venían a visitar autoridades que obligaban al director del Valle Hebrón a acompañarlas. Pero tenía un corazón maravilloso.


No era raro el día que llamaban desde buques en alta mar, en el Pacífico, en el Índico, gentes que le conocían y sabían de su enfermedad. Y el hombre al colgar lloraba.


Pero el que más le rompió, y de qué manera, fue uno que le dijo al despedirse; " en el cielo nos tomaremos un Martini y unas tapas en la plaza de Valparaíso de allá, que seguro que habrá".


Llorando me decía que aquel hombre, sabiendo que el día de Navidad estaba solo en el sur de Chile, se hizo cientos de kilómetros para estar con él. Y comieron en la plaza del Valparaíso.


 “¿Para qué estamos en el mundo?”...“Para dos cosas: para ampliar el conocimiento y para ampliar el amor”.




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