sábado, 11 de junio de 2022

EN EL ABANDONO.

El que siga con frecuencia esta página verá que tengo querencia por las casas abandonadas, pueblos perdidos, puertas viejas, paisajes desolados...en general las ruinas .


¿ Hay algo más hermoso que un castillo?. Sí: las ruinas de un castillo. 


Tuve la suerte de que desde bien pequeño las cosas no me fueron bien. Fumé desde los ocho años, al fumar tan crío tuve que robar a mis padres, me pillaban y mentía. Fui un trasto. Repetí curso, me expulsaban del colegio cada año una semana a casa, declaré mi amor a una chica que se llamaba Matilde y me envió a la mierda, un urbano me llevó a casa cogido de las orejas porque me había subido a tocarle las tetas a la estatua de Agustina de Aragón, tuve que ir a disculparme a la casa frente  de la mía-  de la acera del otro lado de la calle -  por haber lanzado una patata proyectil que rompió los cristales del salón ( todo por llamar la atención de una chica) , me han castigado sábados y sábados a estudiar en el cole, me han dado unos tortazos a mano abierta espectaculares, me expulsaron de jesuitas en sexto de bachiller...quiero decir que pronto probé el amargo sabor de los fracasos. 


Y eso es una bendición. 


La vida siempre te golpea, pero nunca te noquea. No tengo duda. La vida siempre te golpeará y, si no estás preparado para que te golpee, vivirás mal en este mundo. Irás jodido. 


Está comprobado.   Te pasarán  cosas tristes, y estas  te traerán mil cosas alegres. 


Lo que pasa es que desde pequeño en los colegios no se imparten  clases sobre pérdidas amorosas, no hay clases sobre pérdidas físicas, no hay clases ni tan siquiera para entender el mundo de los sentimientos. 


No hay ningún tipo de clases, realmente, en un colegio que te ayuden a entender las emociones y el dolor. A que la vida  viene con una buena mano de usties. 


Y pienso que las emociones y el dolor es lo único que necesitas. 


Y, claro, llega el Príncipe del colegio, en los jesuitas existía eso, y los ediles, y los sellos de eminencia, mérito y  distinción, y la novia le deja y de arma un puto drama, o le zumban en la carrera y la niña se muere, la muy gilipollas. 


Y sí, es una bendición eso de fracasar de bien pequeño. 


Recuerdo un cura, el padre Paniagua, alias " el Panzas" , que en tercero de bachillerato, el curso que repetí, castigaba a los que castigaba al estudio de 4 a 6 los sábados  " al camión de Mendive ", el muy cabrón. Era el camión que conducía yo porque estaba abonado al palco de ese castigo. 


Una suerte: después la vida todo ha sido coser y cantar.



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