El deterioro físico siempre se produce por partes, cada órgano por separado, nunca acontece un fracaso conjunto y total, salvo que decidas acabar por ti mismo o te des con el coche un leñazo contra un chopo. Hay dos formas de envejecer: de dentro afuera y de fuera adentro. Esta última modalidad es la más evidente: la carne flácida, la linfa acuosa en la mirada, el color ceniciento de la piel, las articulaciones anquilosadas. Trataré de ahorrarte, pequeño saltamontes, todas las miserias que van sucediendo en el interior del cuerpo a partir de una edad, el bulto sospechoso que germina por aquí o por allá, la sombra en el pulmón, el veredicto infame del TAC. Pero con ser eso muy grave, es menos patético que envejecer lentamente de dentro afuera. Si llega un momento en que todo te da igual, que tragas con ruedas de molino con tal de que no te molesten, que crees que tu protesta o coraje no servirá de nada, serás viejo por dentro aunque tengas 30 años. El alzhéimer no consiste en perder la memoria, sino en no recordar que la has perdido. Olvidar los sueños que en un momento de la vida te hicieron fuerte será la prueba más evidente de tu demencia senil.
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