Durante años viví profesionalmente fuera de oficinas y de ambientes de corral. Iba muy por libre, viajaba muchísimo, deambulaba de aquí para allá, y no me enteraba de los chismes de la empresa.
Después esa empresa fue comprada por una multinacional. Un pelotazo de los Urelles que les hizo riquísimos a ellos y sus generaciones.
El cambio fue gigantesco: viajé menos, de manera más ordenada, y estaba en el engranaje de la empresa. Fue como pasar de trabajar en el Halcón Milenario a la Estrella de la Muerte.
Una de las consecuencias para mi fue que me enteraba de los chismes y, lo que es peor, yo también formo parte del engranaje.
Era el “¡pim , pam, pum! Donde todos dicen de todos.
He de reconocer- cualquiera que me lea desde hace tiempo lo sabe- que me encanta divertirme haciendo trajes. Pero es un divertimento. Me chifla vestir anécdotas, exagerar situaciones, caricaturizar, describir situaciones de enredo.
Y no me importa que lo hagan conmigo. Estoy acostumbrado a reconocer anécdotas que alguien inventó de mi. Ya conté como en Sant Cugat me crucé con un antiguo alumno y su mujer:
- ¿Suso?. ¿tú eres Suso?- me dijo la señora, emocionada en plan " que me meo toa" , con una emoción indescriptible- ...¡¡¡SUSOOOO!!!. ¿ES VERDAD QUE UN DÍA LE TOCASTE EL CULO A UNA NUMERARIA QUE ERA LA DIRECTORA DE SAN MIGUEL DE LA PRELATURA EN ROMAAAA?
- Buenoooooo...
No lo niego, ¿para qué?... si a esas alturas lo sabe este tía, probablemente, ya se esté contando en Piura, todos los centros de la Cordillera Andina, Asia, Europa, Machachusets, y allá, a su frente, Estambul. Y con toda seguridad se adorne el bulo con los apellidos de la piadosa y principal célibe entregada a Dios en celibato apostólico.
En este campo los susceptibles y picajosos lo pasan mal.
Pero en el corral de una empresa, en sus oficinas, en sus delegaciones, en sus reuniones, la cosa es un poco más Tombstone, OK Corral.
Si eres persona débil y susceptible los chismes destruirán tu vida, y con tus chismes harás lo mismo con la de los demás : cotilleos de pasillo, de trabajo, de vecindarios, de ejecutivos, de capillas. Hay patrañas que han terminado con familias enteras, chismes que han producido peleas, batallas, rivalidades.
¿Cuántas personas conoces que tienen el chisme como su actividad favorita? El chisme es el deporte oral más antiguo que se conoce.
Se cuenta que San Felipe Neri imponía a los novicios culpables de difundir rumores maliciosos la penitencia de llevar una almohada de plumas a la parte alta del campanario en un día de vendaval y soltar las plumas al viento. Luego debían bajar de la torre y recoger todas las plumas regadas por la campiña para volverlas a poner en la almohada. Tarea de antemano imposible, con que Felipe quería ilustrar los daños irreparables producidos por el escándalo de una calumnia o de la deformación de un hecho.
La calumnia, una vez lanzada...¿ quién para eso? El daño provocado es difícil de reparar. ¿Difícil? ¡Imposible!
Los murmuradores están vivos porque la gente cree en ellos. Cada filfa tiene su mercado, que compra la mercancía: hay personas a las que les encanta enredar sobre temas del trabajo, ya sea de sueldo, de horario o de uniformes, de que si el jefe tal, si fulano cual; se trata de ese tipo de gente que sabe hasta las veces que te levantaste de la silla y el tiempo que tomaste para descansar un rato.
También he visto que en todos los colegios hay su grupito de cizañeros.
Lo mejor es que pases si eres protagonista de esos perros que van a ver qué herida lamen.
E intenta no ser ser chismoso, es algo muy feo...te lo dice uno que también lo es, dicho sin cinismo.
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