miércoles, 23 de noviembre de 2022

LA VIDA ES MUY TRISTE A VECES.

En la Cruz Roja , los lunes, hablo por teléfono con personas mayores que la institución  atiende a través de un servicio de teleasistencia. En su mayoría son mujeres solas. Solas y mayores. Algunas , la mayoría, personas maravillosas que cosechan en la vejez la siembra de sus desvelos y amores. 

Otras no. La vida no es justa. Nadie sabe qué hace que la cizaña pueda más que el trigo en una familia. No siempre son los hijos, a veces yernos, nueros, suegros, o la estupidez humana. Muchas veces el dinero.

A veces, pocas, alguna de esas mujeres, ya viuda, se quita la venda y enseña la  herida, que aún supura.

Uno escucha  esa historia de parejas que estuvieron unidas durante años, y  le resulta extraña, inestable, anormal. ¿ Cómo consintió esa mujer compartir su vida con un maltratador, o un  alcoholizado, o un putero habitual, o un infiel de doble vida afectiva? . ¿ Cómo seguir durante años lavándole la ropa, acostarse con él, ir al campo, o realizar tareas para traer dinero a casa  o fingir que no sabes nada?

Y en esas conversaciones intuyes  mujeres fuera de lo común, de una intensidad y delicadeza extraordinarias , almas calladas y dolientes, sensibilidades  blancas. Y te dicen, " ¿ qué podía hacer?: fue lo que me tocó. 

" Le tocó". Es el destino de muchas mujeres heridas por una educación con una falta de autoestima brutal. "No eres guapa, feota, y a ver si encuentras un tío que te haga madre". Y si tienes suerte, pues bueno, te irá bien. Y si no, pues  a joderse.

Esas mujeres consentían jugar esa lotería  para probar, aunque sea la pedrea. Y, en fin, al menos tenerlo cerca, aunque sólo sea de esa manera. Era tenerlo o perderlo.

Algunas historias  son muy tristes. Grotescas también.

Hace unas semanas un hombre viudo, empresario muy conocido , hombre de dinero, ya jubilado, me hablaba llorando de su soledad. Necesitaba una mujer para que viniese a hacer las tareas a casa. Ofrecía casa, alojamiento...todo. Y no encontraba nadie.

Hablé con la delegada de la Cruz Roja.

-  Yo también piqué. Me puse en contacto con la familia. No quieren saber nada. El hombre era un maltratador, un putero, y un prenda. La mujer que busca tiene que ser gratis, sin sueldo, y también se la tiene que... ¡ ochenta y cinco años! Y la hija que está más cerca le dijo a su padre que se acabó.

- Mamá te lo aguantó todo, pero tus hijos no. 

Sí, la vida  es muy triste, a veces.



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