En el colegio del Salvador, en Zaragoza, tuve un profesor de historia de la filosofía que se emocionaba dando clase, tanto, que a veces lloraba. Recuerdo cuando explicaba la metáfora del Dios relojero que hace que el Universo funcione como un gigantesco engranaje. He tenido que mirar quién era ese filósofo, Leibniz.
El profesor se llamaba padre Laínez.
La idea era que el Todopoderoso ha creado un mundo que se mueve de manera mecánica gracias a unas leyes universales que él ha diseñado.
Pero el tiempo no existe, es algo que hemos inventado para medir y saber de nosotros aquí y ahora.
Creemos en una música celestial producto del roce de las esferas del cielo. Santo Tomás estaba convencidos de la existencia de una armonía universal que era la consecuencia de las normas divinas.
Hoy muchos científicos piensan que el Universo es algo caótico, sometido a la degradación termodinámica y regido por unas leyes que desconocemos en gran medida. Leí que hay unos agujeros negros capaces de tragarse un sistema solar en un instante
No tengo ni idea, y tampoco me importa.
La idea del Relojero es tranquilizadora porque nos hace sentirnos protegidos. Pero si esto funciona como un reloj al que Dios ha dado cuerda, ¿ en qué queda nuestra libertad si todos somos una simple pieza de ese engranaje creado por el Supremo Hacedor?
A veces me he angustiado, no mucho, porque uno se angustia poco por esas cosas, si fui libre para elegir mi vida o he estado empujado a seguir un camino por mi genética, mi herencia familiar, nuestro carácter o mi formación.
Porque veo, por ejemplo, gente que tiene unos impulsos sensuales, o sexuales que le llevan por la calle de la amargura, y otros no, porque son fríos, frígidos, insensibles. ¿ Dónde esta pues la virtud donde no hay prueba?
Si miro a mi alrededor, veo a muchas personas con miedo de perder su trabajo, su patrimonio o su imagen, lo que las empuja a hacer cosas en las que no creen.
Para mi la verdadera libertad está en ir contra corriente de los demás, en anteponer lo que uno piensa a lo que socialmente se esperaba de ti , o lo políticamente correcto Muy pocos se arriesgan a ello, pero quienes así actúan demuestran que sí existe la libertad.
Es como una pescadilla que se muerde la cola. Somos libres pero sólo en la medida en que nuestros condicionantes nos dejan serlo. Es muy difícil ser libres, libres de verdad.
La libertad no es un taxi que va de aquí para allá, es un taxi "ocupado" en un viaje que valga la pena.
Es muy difìcil ser libre y creo que el 99,9% de la gente no lo es creyendo ademàs que sì lo son. Y no lo son porque les falta la libertad matriz de todas y de la que dependen todas las libertades: la libertad de pensamiento. Se vive en un mundo heredado y educado desde la cuna a la tumba de prejuicios y consensos que impiden la libertad de discrepar. Pero el esclavo que viviò creyèndose libre cuando nunca lo fue ni siquiera le preocupa su libertad. No sabe lo que es. No la soportarìa y no sabe luchar por ella. Quièn no lucha cada instante por ser libre, nunca conquistò su libertad.
ResponderEliminarGracias por el comentario...muy interesante!
ResponderEliminarYo pienso que la libertad y la conciencia de libertad son dos cosas muy distintas. Uno puede ser plenamente libre sin ser consciente de que lo es. Es más, uno puede ser plenamente libre sintiéndose un esclavo. Y al contrario, uno puede tener plena conciencia de libertad y no darse cuenta de que, en realidad, es un esclavo. De hecho, nada hay más manipulable que la conciencia de libertad. Si quieres manipular a la gente, apela a su libertad, y serán tuyos. En eso se basa la propaganda comercial y, sobre todo, la política: en vender como derechos lo que en realidad son desprotecciones. Por eso no es forzosamente malo si, como dice Suso, uno no se angustia demasiado por si es libre.
ResponderEliminarPues...!sí!
ResponderEliminarGracias, Teniente