martes, 22 de noviembre de 2022

EL VIENTO DE LAS FACTURAS Y "THOR".

Hace años una mañana de domingo , en Valladolid, vi en medio de la calle a un hombre que andaba como loco detrás de unos papeles , mientras el viento silbaba y bufaba con fuerza. Intentaba recogerlos , iba de aquí para allá , enloquecido.


Había dejado la puerta del coche abierta en medio de la calle. La escena era angustiosa.


Reconocí al hombre. Era el encargado de uno de los centros de la empresa de comidas donde yo trabajaba. Me acerqué.


-   Fui a la residencia X a recoger las facturas que había ordenado ayer para hacer el cierre de caja. Las dejé encima de la baca  de mi coche porque recibí una llamada. Al salir de la residencia olvidé que estaban allí, y al salir cayó la carpeta a la  calle...¡ qué desastre!


Efectivamente, el cierre del mes es  de las tareas  más importantes que hace un encargado en un centro de estas características. 


- No te preocupes. Llamaré a central. Todo tiene arreglo. Yendo detrás de las facturas no conseguirás nada.  No sé que otras salidas se te ocurren , pero  decir la verdad es la mejor. Te entenderán. 


Y no pasó nada. Quiero decir que no lo despidieron, ni hubo consecuencias para aquel hombre.


Pero no olvidé ese rostro, esas carreras zigzagueando por la calle, esa angustia. 


Viene a cuento la entrada porque esta mañana, al salir del gimnasio que acudo , vi una mujer paseando un perrazo descomunal camino del parque. Iba por la acera, y el perro la arrastraba, literalmente, de acá para allá, acera arriba, acera abajo, media vuelta, caracoleando a la buena señora, que gritaba " ¡Thor!", "¡para Thor!". Y Thor ni puto caso. La llevaba como una pelele, casi la remolcaba como una grúa un coche.


Y me acordé de aquel hombre de Valladolid. 


Después de aquella historia de Valladolid , y viendo a "Thor" y su dueña , creo que uno también ha ido por su vida a merced de vientos y perros, perdiendo papeles, composturas, y sin saber a dónde ir, porque le arrastraban pasiones desordenadas, o el perro de la vanidad, de los caprichos, del sexo, o de la compasión.


Por eso...¿ quién es uno para decir lo que está bien o está mal en los demás?



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