A Goya le guiña el ojo la duquesa y hace una obra de arte. Bach es tocado por la gracia y compone oratorios que hacen llorar a Dios mismo: el guiño de una mujer, un pestañeo y ahí se construye una catedral, el Machu Pichu , o cualquier otra belleza.
Mi corazón,- ¡ojalá el tuyo- está hecho de tal manera, que la experiencia a la que me refiero, no se localiza tan fácilmente. Hay que echarle hilo a la cometa del zurdo, que es el corazón.
Últimamente puede ser el canto de un pájaro al amanecer , en el parque cerca de casa, y recuerdo al del monje aquel que se quedó cincuenta años atontadico, el pobre. ¡Qué suerte!
O me invade una extraña nostalgia que surge al escuchar una vieja y cursi canción. Está pasada, fuera de lugar, y al mismo tiempo veo en ella una nostalgia que me invade como una niebla del ayer. Podemos estar hechos una mierda, machacados, nos pueden maltratar y, a la vez, estar contentos, no estar preocupado. ¡Qué más se puede pedir!
Y esta experiencia viene, sobreviene, cada vez de un lugar distinto. Una brisa imprevista , el olor de mi propio sudor evaporándose al sentir el agua fría en la ducha. No es cuestión de memoria, sino de presente. Y en un momento dado , ¡ábrete, Sésamo!, las puertas se vuelven a abrir.
Esa es mi promiscuidad afectiva, la locura que nació en la cuna donde nací.
O antes, cuando Dios pensó " el siguiente va a estar como una puta cabra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario