sábado, 11 de febrero de 2023

CUANDO ESCRIBO.

La vida es tan divertida que hay poco que imaginar a la hora de escribir.  Soy de los que piensa que al escribir uno debe partir siempre de su propia experiencia, que no necesito inventar ni mentir. Aunque, a veces, cargo un poco la anécdota.  En fin, hay que estar atento a la vida y sus cosas. Nada es insignificante todo merece ser contemplado: el trabajo en el campo, la noche con sus luces y su misterio, los pormenores de la cocina, el vuelo de los pájaros.  Nada más que mirar.


Por ejemplo, en el gimnasio donde voy hay un ser humano que se castiga hasta emitir unos jadeos orgásmicos de una sonoridad de orangután.  El tío lleva unos cascos puestos, tatuajes hasta el ojete, va moviendo el cuello como un muñeco de guiñol  al ritmo de una música que no oyes. Usa de pantalón  una especie de compresor muscular que le marca los glúteos  y el ciruelo/paquete hasta casi esculpir la femoral inguinal. Ese hombre sufre. Y sufre mucho.


En el vestuario me preguntó la razón de mi asistencia al gimnasio. El tío estaba en bolas cojinete doing doing secándose el culete con fruición. En fin, de mis años en la opus conservo un pudor que me hace estar incómodo delante de apolos así. No puedo mirarlos a los ojos y hablar sin que se me escape la vista  al ciruelo. No es nada sexual. No sé, tendría que estudiarlo.


- Bueno, vengo por hacer algo y estar en más o menos en forma. Ya sabes, mover piernas, brazos, pecho, hombro...¿ Y tú?


Y el tío va y suelta:


- Yo vengo a machacarme...


Puso una cara que parecía que le faltaba el "la" a su respuesta.


- ¿Pero te vas a presentar a alguna oposición de bombero, policía, alguna actividad porno?


- No, disfruto.


"Disfruta" el tío castigándose. Y allí tenía una entrada del Barullo.  No hay que tener imaginación. Está delante.


Alguien dijo que imaginación es la memoria de lo que no ha sucedido. Yo creo que sí, pero no. A veces es la memoria de lo que sí ha sucedido, pero hay que saber mirar.  Hay un tipo de imaginación,  que  contempla y  luego pinta  lo que ve , y  que solo existe en la mirada del niño.


A mi la vida me parece muy divertida. 


Juan Ramón Jiménez, hablaba de que hay una  poesía abierta y poesía cerrada. Una es la que nos conmueve por su misterio y su gracia. La otra es aquella que más parece elaborada por un orfebre. “Yo he desdeñado siempre , y más cada día, el asunto y la composición. Lo que siempre me tienta es la sensación que un fenómeno produce...Creo que en la escritura poética, como en la pintura o la música, el asunto es la retórica, lo que queda, la poesía”.


Coger el encanto de las cosas  y de las personas,  hacerlo de una forma irónica, triste, desconcertante, eso quisiera hacer.  


Cuando escribo me interesan  las cosas de los otros, trato de comprender a la gente y  darle brillo a su virtud, o subrayar sus miserias. También las mías.




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