Estuvimos el fin de semana en Sevilla. Maravillosa ciudad.
Descansando al sol en una cafetería coincidimos con un grupo de siete mujeres desocupadas, maduritas , rollo gimnasio pilates. Viejas amistades de años, antiguas costumbres de quedar para después y ponerse a darle a la sin hueso y charlar de lo de siempre , porque parecen conocerse de toda la vida. A orillas del Guadalquivir. Comenzaron con cerveza y terminaron con un cubata de ron.
Hablaron de sus ex, de cuando le tocaban los niños en semana santa, también de deudas, de que no les llega la pasta para sus cosas. Cada una contaba sus penas, y lo que cuesta pagarse los vicios. Todas parecían separadas o, al menos, señoras acosadas por la decadencia del tiempo , la nostalgia de lo que fueron, la conciencia de que hubo tiempos mejores: ahora van en chándal, tienen querencia de los días en que papi traía la chequera llena y esos apegos a códigos burgueses que ya no volverán.
Mujeres de mediana edad exigidas como madres, pero acosadas por el tiempo que se acaba y por todo lo que no salió como fue soñado y que no se podrá ver corregido.
La visión de estas mujeres tiene algo de estafa, aunque probablemente ellas no lo sepan. Les han engañado con el rollo de la liberación, el feminismo radical, y esa mandanga. Los tíos se han ido con otras más jóvenes, o alguna que pasaba por allí que le robó la cartera, tal vez no el corazón. Y ellas se han quedado en tierra de nadie, en unas quedadas un tanto cutres, rasposas como un velcro.
Comencé una biografía de Oppenheimer uno de los personajes que fundó la llamada bomba atómica.
Me ha llamado mucho la atención la carta que le escribió su novia , Ella Friedman, unos días antes de su boda con él:
" Deseo tanto que puedas disfrutar de lo mejor de la vida en plenitud, y ¿ me ayudarás a cuidarte? Cuidar a alguien a quien se ama de verdad es una dulzura tan indescriptible que una vida entera no podría privarme de ella. Buenas noches mi amor".
¡ Allí está la estafa a la que me refería! Estas líneas hoy suenan viejas, caducadas. Sin embargo, reconozco en ellas el amor de mis padres, de muchas mujeres que se entregaban al amor para hacer felices a los demás. Y eso convirtió a todos los que convivían allí en mejores personas , en un lugar donde la autoridad era ella, y la casa se llamaba hogar.
¿ Pero qué mujer escribiría ahora " ¿ me ayudarás a cuidarte?
No hay comentarios:
Publicar un comentario