miércoles, 15 de febrero de 2023

Y SE ME NOTA MUCHO.

Escribo repitiendo una  y otra vez la misma historia. Ocurre que todas mañanas , con  la misma personalidad y del mismo buen o mal rollo que me habita.


Y  las mismas obsesiones: el sexo, las mujeres, los codiciosos piadosos,  la religión, Dios  , el amor, la muerte   mi padre,  mis muertos, el humor , el amor sin correspondencia, la Virgen, y la muerte.


La muerte  a veces como amiga, a veces terrible.


Mis miedos. Mis cosas. Siempre lo mismo. 


Como todos.


Por culpa de este Barullo padezco de un reflejo de Pavlov que  al ver la pantalla del ordenador  salivo felicidad. 


A veces escribo sin pensar dejando correr la mano a lo que salga, igual que se deja al perro que te lleve por el camino que él quiera elegir.  Y otras escribo  como una trucha en forma de elegía. Cosas muy sentidas. Llego a casa y escribo el llanto más urgente y la palabra más desgarradora porque me acordé de alguien y, entonces, se me va la cabeza detrás de los pájaros de luz que acaban de traerme noticia de un amor que no fue, o de ese alumno, de aquel profesor, del  hombre que pude haber sido, de la mujer que  traicioné, de las mentiras que viví, de mis jaculatorias azules, de las cloacas que bebí, de esos seres celestes que lloran el globo que se les escapa de las manos.


Y también ese dolor de ser como soy. Ése es otro de mis asuntos: la inutilidad del paso del tiempo para crecer o desarrollarme. Nunca he crecido, aunque mi cuerpo y mi cara hayan envejecido. Tengo recuerdos y experiencias, pero dentro de todo eso es como si no hubiese nacido. Y, sobre todo, mi egoísta manera de vivir. Me mantenido del amor de otros.


Y vivir con esa incógnita de si la aflicción que he causado por no saber entregarme, también terminaré  sufriéndola al saber el dolor que he causado con mi egoísmo.


Soy un pobre hombre, y se me nota mucho




2 comentarios:

  1. Yo también me siento un pobre hombre. He leído en Opuslibros “La tentación de la nada” y he comprendido esa incapacidad de querer, de instrumentalizar la amistad sin remordimientos, etc, que aprendemos en el Opus. Y que arrastramos luego fuera toda la vida. Y sin embargo, una vez me sentí querido, merecedor de atención y pité con 16 años. Yo estaba perdido y el Opus fue un lugar seguro. Luego la sensación de “qué hago yo aquí?” pudo más y me fui tras 11 años. Se puede no ser un pobre hombre?

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  2. Todo comienza de nuevo si eres capaz de ponerle nombre a tus errores, tus pecados, o tus miserias

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