domingo, 26 de febrero de 2023

UN NO ENCUENTRO CON JULIA OTERO.

Hay recuerdos de vivencias que duraron muy poco en tu vida y, sin embargo, están allí dentro, fijados en la memoria . Son como un fósil que está enterrado en la tierra y que  uno, antropólogo de su biografía,   encuentra en la excavación de sus días .


Una tarde , en una cafetería de la plaza Francesc Maciá me  encontré , en la puerta , parecía esperar a alguien, a la mismísima Julia Otero, Me acerqué a ella y le pregunté " ¿ perdona, ¿ eres Isabel Gemio?


Sí, ya lo sé. La cagué. Pero son cosas de los nervios. Y que uno es gilipollas de cuna, porque no es la primera vez que me ha sucedido en mi vida confundir  caretos de gente very important.  Me  crucé con un actor famoso , famoso entonces, y pensé que era uno de los directores de la delegación del Opus Dei en Barcelona . Lo paré. 


- ¡ Hombre, qué tal!....¿ qué hace usted por aquí? - le pregunté.


- Por trabajo - me contestó.


Le di una palmadita en el hombro y me despedí:


- ¡Pax!


Era José Martín, que había protagonizado El Conde de Montecristo. Yo pensaba " esa cara, esa cara..."


La Otero me miró muy malamente.  Yo iba a sacar el móvil para eternizar ese encuentro en una pose cercana y , lo reconozco,  horterilla , rollo turista en Torre de Pisa, y suelta la diva:


- No , te has confundido. No soy Isabel Gemio.


La mirada de esa mujer , cabreada y como " me están tocando els pebrots" ,  me activó instintos de supervivencia que tenía ocultos muy en mis adentros.  Me puse coloradote, rojo, granate, y pedí disculpa:


- Perdona, es que te  le pareces mucho ( porque yo seguía confuso)


Puso morritos de " porque no te vas a la mierda, majo". Pero no por ello me acobardé, ni lloré, ni siquiera tragué saliva. Sencillamente, insistí. Y lo hice porque esa cara se me parecía a alguien persona famosa.


- Pero el caso es que te pareces a alguien que me quiere sonar.


Entonces la diva se levantó y  puso cara de " me parezco a tu puta madre", pero no, me dijo " perdona, pero tengo prisa".


Y se fue. Mientras se iba, le miraba el culo, y tampoco me quería sonar.


Fue una hora más tarde, ya en Ferrocarriles Catalanes,  que caí en la cuenta: ¡¡¡¡ jodeeeerrrr, si era Julia Otero!!




2 comentarios:

  1. Jeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
    Buenísimo :-)

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  2. No me extraña que tuviera esa reacción. La expendedora de carnets de demócratas tiene un sentido del humor que si te relacionaras con ella te diría que tienes el síndrome de Peter Pan.

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