En el blog de Ultreya hay un común denominador en muchas personas: su alegría. Eso de cortar con todo, rutinas, costumbres, hábitos acortezados, inercias , adicciones, colorea el alma y el rostro de esperanza. Impresiona mucho ver de cerca a personas radiantes.
Muchas veces he escrito que en mi vida- en toda mi vida, desde la infancia hasta hoy- me he movido sobre todo por dos impulsos: pasarlo bien, y hacer pasárselo bien a los que estaban a mi alrededor. Y cuando he visto que eso no funcionaba, he reiniciado el sistema: había que volver a empezar.
¿ Que me he equivocado? Pues sí. Mucho, y en cosas muy gordas. También allí hay que saber parar y decir " lo siento, la cagué".
Escribo por esa razón. Aprendí a tocar la guitarra por esa razón. Compuse gilipolleces por esa razón. Canto por esa razón. Me sé cantidad de chistes para poderlos contar y hacer reír. Narrar historias es una pasión. Inventar la vida. Meterme en líos.
En las cosas del amor he sido un desastre. Pienso que hay algo allí dentro que no funciona muy bien. "No carburas" decía mi padre. Sentía una atracción en la sentina de mi pobre corazón, mezcla de vanidad insana y de suciedades cenagosas. Pero de todo se sale. A condición de que vuelvas a empezar porque sabes que todo aquello no está bien. No quedarse enfangado en el barro.
¿ Qué ha sucedido al final? Poseo más de lo que en mis sueños ambicioné y creo- estoy convencido - que más de lo que me merezco. Cualquiera que siga este blog comprobará que busco pasarlo bien y disfrutar de las cosas que no cuestan dinero. No se puede correr con dinero en los bolsillos.
Ser feliz es una forma de pasar la vida y a ser feliz se aprende. Yo lo mamé de mis padres. Mis padres fueron muy felices. Mi madre aún lo es.
He conocido seres que tenían en las costillas las culebras de la ambición. Los he visto en todas las vidas que he tenido. La ambición no es mala , pero tiene líneas rojas. Si las cruzas, se convierte en una patología , en un tara, en un enfermedad , serás alguien con muchas carencias y un esclavo. Vivirás en un estado de insatisfacción permanente y te acabarás convirtiendo, siempre pasa, en un hijo de puta.
No citaré casos. Los conocí en el colegio de los jesuitas, en Fomento, en Viaró, en Alessa, en Serunión...¡ay, la ambición!
Esos pringaos que piensan que pisan moqueta, que están en la pomada, que han alcanzado la cima y el éxito y empiezan a estar encantados de haberse conocido, y se les nota en la forma de andar, de mirar, y se les queda pequeña la casa, después su mujer y sus hijos- algunos se lían con una tiorra de buenas tetas y más zorra en sus ambiciones que el imbécil que ha pescado- luego empiezan avergonzarse de sus orígenes. Y se apuntan a clubes exclusivos, a másters de Chupamelagorri.
Y, entonces, se han convertido en unos miserables , en unos tíomierda, para siempre. Ya no hay vuelta atrás.
Y uno, como no era muy listo y, además, un vago de tomo y lomo. Ni tampoco inteligente , ni tenía talento , ni ambiciones, ni era muy muy, ni tan tan, no le quedó más remedio que ser feliz.
Entiendo la ambición como sinónimo de entusiasmo por la vida. De vivir con ilusión. Envuelto en un gigantesco proyecto de afecto por las cosas que pasan empeñado en ser feliz y transmitir mi felicidad a los demás
Así de simple. Así de sencillo... ¡Y así de bonito!
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El ambicioso abe que lo es porque ser ambicioso es una decisión personal.
ResponderEliminarEn la serie,"La edad dorada una de sus protagonistas, Fisher " es una de esas ambiciosas que describe en la entrada. Una auténtica hija de puta.
ResponderEliminarEn toda empresa hay tres tipos humanos: la de los que van más bien a favor de los proyectos la de las que van más bien a favor de sí mismas, y las que les da igual todo.
ResponderEliminarHay un tema que no has citado en la entrada. El ambicioso desea poder y poder es poder hacer sufrir
ResponderEliminarHoy otra entrada que da para muchas reflexiones. Gracias.
ResponderEliminarYo también en mi vida siempre he buscado pasarlo bien y – aunque seguramente en menor medida que el dueño de este bar – que los a mi alrededor lo pasaran bien. Aunque haya una clara relación entre pasarlo bien y ser felices, creo se trate de dos conceptos distintos.
Pasarlo bien creo que se refiera al “carpe diem”, la capacidad de disfrutar del momento y de lo que se tiene alrededor: una conversación con un amigo, un buen libro, un paseo por la naturaleza o lo que sea. Creo también que la capacidad de saberse reír de uno mismo y de (casi) todo lo que nos rodea forma parte del pasarlo bien.
De vez en cuando – aunque no tenga la intención herir a nadie – sucede que exagero en trasformar en comedia (o me rio de lo que generalmente se percibe como) una tragedia. Durante la homilía en el funeral de mi padre, no pude contener una carcajada sin frenos con cienes de feligreses atónitos, empezando por el sacerdote que estaba predicando, cuando ese, alabando lo fiel que fue mi padre, mencionó su amor incondicionado por su mujer y sus cuatros hijos (¡somos tres hermanos!).
Me parece increíble – y triste para ellas- que haya gente ciega, incapaz de valorar y disfrutar de todo lo bonito que hay en su alrededor.
Es cierto que el dinero de suyo no hace que la gente lo pase bien (o sea feliz). Pero es también verdad que “primum vivere deinde philosophari”: dinero y algún recurso material son necesarios para vivir con dignidad y - de vez en cuando- concederse algo extraordinario que alegre la vida: disfrutar de una conversación profunda con un amigo después de una caminata por la naturaleza es fantástico de suyo; si acompañado de una copa de whisky, todavía mejor.
Lo mismo diría con respeto a la ambición. Creo que, si bien gestionada, nos impulsa a crecer, a ampliar nuestros horizontes, a descubrir nuevas cosas y en definitiva a mejorar nuestra capacidad de disfrutar el presente. En otra entrada hablé de mi fascinación por Odysseos.
Yo creo que he sido un tipo ambicioso. Me doy cuenta de que lo malo de la ambición es cuando nos obsesionamos demasiado con el futuro o con lo que aún no hemos conseguido ya que esto siempre lleva a estrés, frustración e insatisfacción.
Ser felices es algo más profundo y duradero que pasarlo bien, entendido como capacidad de disfrutar hic et nunc. Ser felices creo que tenga a que ver con la percepción de que hemos logrado dar sentido a nuestra vida. Pasarlo bien está necesariamente vinculado a actividades y/o conexiones actuales con personas. La felicidad es más bien el saber dar un significado a estas o otras experiencias, incluso dolorosas (es decir en las que “no lo pasamos bien”).
Para profundizar sobre el tema, recomiendo la lectura de “El hombre en busca de sentido” del psiquiatra austriaco Viktor Frankl, sobreviviente de los campos de concentración nazis. En este increíble libro autobiográfico, Frankl nos dice que, incluso en circunstancias de degrado y sufrimientos inimaginables, los hombres podemos encontrar un propósito y un sentido en nuestras vidas. Acabo con unas de sus ideas, sin querer hacer uno spoiler:
- Encontrar lo que realmente nos da sentido, es la clave para una vida plena y satisfactoria, incluso en tiempos duros. La felicidad la encontramos buscando lo que trasciende nosotros mismos.
- No podemos controlar todo lo que nos sucede, pero si podemos elegir cómo respondemos ante las adversidades. Nuestra felicidad no depende de lo que nos sucede, sino de cómo elegimos vivir con ello.
- Nuestra conexión con los demás es fundamental para la felicidad. El amor, la amistad, la compasión, la solidaridad, son una fuente de bienestar superior a los placeres momentáneos.
Muchas gracias. Intenso y extenso comentario. Muchos matices
EliminarBuena entrada. Saber cómo ser feliz de verdad...es saber mucho. Es saberlo casi todo.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/Egts8q0M2E8?feature=shared
¡Joder, Guiri! Qué comentario tan sabio y sesudo. De otras no sé, pero de ti se puede decir con toda justicia que eres un aristócrata de la inteligencia. Me pongo a sus pies y le aplaudo hasta con las orejas.
ResponderEliminarAyer no logré comentar la entrada. Como yo también soy un tío raro, lo hago ahora.
ResponderEliminarEs muy humano juzgar a los demás, basándonos en lo que consideramos “normal”. Sobre todo a los que nos gusta reírnos de todo y de todos, incluido de nosotros mismos. Cuando algo o alguien no refleja “la norma”, es decir es o actúa de forma diferente de lo esperado según nuestra educación, cultura, grupo social al que pertenecemos, se le considera a menudo “raro”. También sucede que consideremos como raro algo o alguien que no logramos entender porque somos ignorantes: hay personas que tienen costumbres, preferencias, formas de pensar, de actuar, de vestirse etc. distintas de las nuestras, y nos parecen raras porque no sabemos cómo encajarlas con nuestros conocimientos y experiencias.
Hay tradiciones que son patrimonio común de todo un país y que nos suenan raras e incluso pueden hacer sonreír o dar asco por su patente falta de urbanidad, a quien procede de otros países o culturas. Ahí van unos ejemplos que vi con mis ojos en varios de mis viajes y en paises donde he vivido.
En Japón no es costumbre dar propina a los camareros: la primera vez que estuve allí cuando intenté darla, el camarero se ofendió y tuvieron que explicarme que esto no se hace (unos meses antes en New York, cuando dejé al camarero una propina inferior a los impuestos locales, el camarero me echó una bronca potente y me exigió que aumentara la propina)
En Rusia (no solo en Kamchatka, en todo el país) es normal, en las casas, durante la comida, meter la botella de vino o de vodka vacía en el suelo: es una tradición supersticiosa que nace de la creencia que una botella vacía sobre la mesa trae mala suerte. Esto lo incluso pasa en unos restaurantes.
En varios países de Asia no es considerado de mala educación escupir por la calle. Así que es normal ver a jóvenes, viejos, hombres y mujeres vaciando sus pulmones escupiendo con flema en la calle. Eructar públicamente después de una comida en unos de estos paises (y en el oriente medio) es un signo de apreciación de las capacidades del cocinero.
En los Países Bajos, en los cuartos de baño de todas las casas, repito todas, en la pared cerca del wáter siempre hay un calendario donde están apuntados los cumpleaños de familiares y amigos. Superraro y superpractico. Cuando en algun caso vi que faltaba mi nombre, lo añadi con mi boli.
La última rareza de esta entrada la vi en Roma, bastantes veces, en los años setenta y ochenta. No sé si mientras tanto las cosas han cambiado. En Semana Santa, era normal ver a adolescentes de 15 y 16 años por toda la ciudad, pero especialmente en la acera de una calle especifica de la que me he olvidado el nombre, ubicada en el barrio Parioli que, en vez de irse con vaqueros y camiseta como sus coetáneos, parecían todos iguales con jaqueta azul (en los primeros años con una tarjetilla de 3 letras y dos cifras, sucesivamente con 4 letras y dos cifras), camisa blanca, corbata granate, pisa corbata, pantalones (dependiendo de los años o gris o kaki) y fumando tabaco negro.
¡¡¡Jajajajajaja!!!!...muy buena la de Roma...sutil indirecta.
EliminarGenial todo ese viaje costumbrista al Mundo..
Gracias.
"parecían todos iguales con jaqueta azul (en los primeros años con una tarjetilla de 3 letras y dos cifras, sucesivamente con 4 letras y dos cifras), camisa blanca, corbata granate, pisa corbata, pantalones (dependiendo de los años o gris o kaki) y fumando tabaco negro."
EliminarViaró? Hz? Ambos?
"En los Países Bajos, en los cuartos de baño de todas las casas, repito todas, en la pared cerca del wáter siempre hay un calendario donde están apuntados los cumpleaños de familiares y amigos. Superraro y superpractico. Cuando en algun caso vi que faltaba mi nombre, lo añadi con mi boli."
EliminarDebe ser para escoger en quién se cagan cada día.
El UNIV , pardal.
EliminarERRATA CORRIGE
EliminarSe me escapó “2x” antes de “los impuestos locales”: en New York la propina mínima es el doble de los impuestos locales, que salen en el recibo. Lo digo porque si alguien, después de leer esta entrada, solo deja una propina igual a los impuestos locales, le va a caer un paquete gordo. Y Guiri no quiere tener esta responsabilidad
Guiri, por favor, escribe y luego publica tus memorias. En mi tienes un rendido lector.
ResponderEliminarMucho "hablar" de literatura y de libros en el bar Ullo... pero no se ha dicho ni pío del traspaso de una de las grandes figuras de las letras españolas. A qué se debe el silencio?
ResponderEliminarPensaba dedicar la entrada del sábado, pero ya que lo ha citado hoy , así, como poniéndose chulito, con su cita lo doy por homenajeado.
EliminarDe Varguitas me lo he leído casi todo. Tiene cosas maravillosas, pero tiene algún truño guapo.
Hala. Ya está, don traspaso .
Aunque podamos ambicionar cualquier cosa, normalmente cuando pronunciamos el adjetivo “ambicioso” atribuyéndolo al carácter de una persona, pensamos en alguien que ambiciona objetivos relacionados con sus intereses de poder, de prestigio, de dinero…
ResponderEliminarPero se puede ser ambicioso en otros términos.
Yo ambiciono un camino solitario de campo con charcos, bajo un cielo de tormenta; a mi derecha y a mi izquierda, campos de maíz; tras las colinas, el mar y una costa sin urbanizar, sin carreteras, ni caminos, ni pueblos, ni casas. Un punto en una playa más allá de la cual no haya nada que pertenezca a nadie; ni nada trazado en ningún mapa.
Ambiciono que las ambiciones de los humanos sean libremente poemas y canciones, ratitos de tertulia, con un vaso de vino, el silencio de la tarde, sin prisa, porque mañana vendrá otro día igual que el de hoy.
Ambiciono silencio; un silencio tan ausente que muchas veces no somos conscientes de que no existe.
Ambiciono la paz de no tener pasado, de no pensar en el futuro que va más allá de hoy, de no tener en la mochila de la vida ningún acto realizado, de acabar de nacer y tener una vida por delante, y de esperar la muerte con esta misma mochila vacía. Yo no la tengo vacía aun; pero creo que todo es posible, porque Alguien lo puede todo y ama del todo.
Ambiciono tener un nombre nuevo, un nuevo cuerpo, quizá sin recuerdos, volver a empezar sin tener nada solucionado, conservando inconscientemente, y de alguna forma, lo aprendido, para volver a descubrirlo todo de nuevo y acertar mejor el tiro.
Ambiciono ser feliz sin buscar serlo, ser feliz sin ser perfecto.
Ambiciono la mortificación de un buen aperitivo en buena compañía para acostumbrar al cuerpo a someterse a la alegría de vivir, la mortificación de una buena ducha caliente por las mañanas para ir contento a trabajar y producir alegría en quienes me traten, la mortificación del minuto heroico para levantarme no cuando suene mi despertador, sinó cinco o diez minutos después, pudiendo así saborear el calor de la cama y pensar en la suerte que tengo y en tantas cosas buenas que me han dado, y en lo bueno que puedo hacer en el día que empieza.
Ambiciono que el que pueda ser cantante, no tenga porque serlo si no lo desea, y no tenga que ser perdonado por ello. Ambiciono que a nadie le digan que no puede serlo, y que si a alguien se lo dicen, este alguien tenga el tesón de luchar por serlo si realmente lo desea.
Ambiciono pasar desapercibido, irme en silencio, sin miedo, sin rezar a causa de los terrores doctrinales de los que creen que Dios es como ellos; cantando con Dios, consciente que en mi mochila vacía sólo puedo llevar su amor y su perdón; y que siempre ha sabido cómo soy y lo que tengo.
PRISCILIANO
¡ Gracias, Prisci!
EliminarA esa ambición me refería al escribir
" Entiendo la ambición como sinónimo de entusiasmo por la vida. De vivir con ilusión. Envuelto en un gigantesco proyecto de afecto por las cosas que pasan empeñado en ser feliz y transmitir mi felicidad a los demás"
Un placer leer sus reflexiones Prisciliano. Su filosofía de vida parece tener un toque de estoicismo del bueno, o de alguna filosofía oriental. Ya contará si se da el caso.
EliminarDespués de leer a Prisciliano a Guiri y la entrada de hoy, sólo me queda ambicionar seguir entrando en este Bar cada dia y tomarme unas tapitas con vino mientras escucho lo que se tercia.
ResponderEliminarMe encantan las anécdotas de viajeros, no pararía de leerlas. Estuve unos años viajando por trabajo y no perdía ocasión de tertuliar con quién fuera y donde fuese. Las costumbres de los pueblos son verdadera riqueza, tesoro humano.
ResponderEliminarPor no decir la gastronomía global. Excepto la rara, rara, rara tradición de comer crespillos no sé que día del calendario, lo demás rico, rico, rico.
Lo de la botella de Guiri me lleva a Túnez, donde acudía tres o cuatro veces al año y mi amigo Monder me esperaba siempre con su gran furgoneta en el aeropuerto (normalmente había algunas “amigas” en el asiento de atrás del vehículo, pero eso es otro tema) y me conducía al hotel. Al cabo del tiempo, me percaté que su entusiasmo por verme venía motivado por lo que yo le traía en mano cada viaje: una de Johnny Walker Black Label que adquiría en el Free Shop. ¡Se la llevaba consigo a los restaurantes para dar a entender que era hombre de nivel y era yo, el europeo, el que le daba cobertura. ¡Pero la colocaba en la mesa tumbada “por respeto” según decía a sus creencias!.
Roma: yo fui justamente en el año 75 uno de ellos; con mocasines, claro.
Supongo que los mocasines serían de "pala corta.
EliminarEn Livingstone , unn municipio de Guatemala habitado por negros garífunos me vino a recibir un mulato al pequeño puerto de la ciudad. El tío apestaba a Ron - le dije, " aparta tío como enciendas un pitillo volamos por los aires"-. Mientras me llevaba a la parroquia donde iba alojarme el tío me ofreció de todo: niñas, niños, tías, tíos..."¡ lo que quiera si tiene pisto!"
El pisto allí es como le llaman al dinero.
Toda esa estancia me dejó muy tocado.
Mocasines con borla, marca Castillejos.
EliminarDejen que me ponga de pie, dé taconazo e inclinación de cabeza.
EliminarLos auténticos mocasines eran de Gloria Castellanos en la Gran Vía de Madrid, de ahi tomaron su nombre como Castellanos. Los pusieron de moda los pijos de Madrid, y de ahí saltaron al resto de Iberia. Los Sebago estaban en otra liga.
ResponderEliminarLos Sebago eran muy de la élite catalana y vasca de aquellos maravillosos y raros años.
Eliminarhttps://castellanolg.com/es/10-caballero-zapatos-lg
ResponderEliminarCabe recordar que fue Huarte de la familia Huarte y muy amigo de Carito McMahon quien puso de moda en los 70 el Loden, abrigo de caza alemán suizo entre los númerarios hasta los 80. No podías serlo o aspirar a cargo sin tener uno, palabras de Horrendo.
ResponderEliminarEra la “trenca”?
EliminarNo, el abrigo Loden era el que tenía los botones de cuero y un fuelle hacia detrás con manga ranglan, normalmente en verde o azul marino. La trenca tenía esos ganchos para cerrarse y era más corta de tiro.
ResponderEliminarEl abrigo Loden era un mojón creada en la Edad Media por monjes tiroleses para protegerse del frío y de la nieve. Luego el Emperador Francisco José de Austria , que era gilipollas , lo puso de moda.
EliminarLa trenca era más chunga, como de quiero y no puedo. Lo de los colmillos de pega de marfil de colmillo de jabalí era patético.
La Trenca, y que nadie se me enfade, era el Cartón de Vino don Simón de los abrigos.
Claro usted no cae en esas cosas, prefiere ir en taparrabos
EliminarSi quería hacer una gracieta, no lo ha conseguido.
EliminarAquí va Loden : https://www.rincondecaballeros.com/blog/el-abrigo-loden/
ResponderEliminarBueno, bueno, el Loden ya pasó, solo lo ves en algún entierro de algún familiar de los Franco y en iglesias del barrio de Salamanca el 20N pero la trenca ha vuelto y vaya si ha vuelto: hay trencas Burberrys muy fashion que nunca verás en Bruno Buozzi pero si en un Four Seasons.
ResponderEliminarLa Trenca es La Casera de los abrigos. Los que lo llevan tienen pinta de oler fuerte.Y de culturetas de todo a cien que esconden sus lorzas en lo marrón infinito.
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