viernes, 8 de julio de 2016

MUCHAS LEALTADES

La niñez  de  muchos de nosotros  está dividida entre  muchas lealtades: la madre, el padre, las familias  de unos y otros, el colegio  ,  la enseñanza que nos han inculcado, Dios...

Y los  amigos, que  también hilan el capullo de seda de nuestra vida.

Esas  lealtades   cruzan  las  fronteras  de los dos   lados de nuestro  propio cerebro. En una parte hervía la brutalidad escolar del patio donde tus  compañeros te exigían compartir los ritos feroces contra los maestros, o a favor del sexo sucio, o fumando e  imitando  rituales  para hacerte el hombre.

 En otra estaban tus  padres  y los hermanos dentro del orden apacible del hogar. La Virgen María, el Rosario en familia,  el orden, la  seguridad.  

En el recreo mi  timidez mórbida - porque soy muy tímido-  se hallaba a merced de las humillaciones de los demás , y yo tomaba partido por  el peor Suso  que pudiera ser.  Y toda  mi vida  después  no ha sido más  que  enfrentarme a ese  que desprecio, y  sus caricaturas.

Esa neurosis tuvo un primer tributo. A los 16 años fui sorprendido en el salón de casa  por mi padre  clavándome  unas agujas en las piernas . No hacía más  que  representar  una escena  de algún guión que imaginé. Algo parecido a un martirio...¡yo que sé!.

El hombre se asustó. No alcanzó a  comprender , y  suspendió el juicio sobre mi:

- No te entiendo- sentenció.

Mi padre me llevó a un psiquiatra - "no creo que estés loco, pero necesito saber como eres", me dijo de  camino  a la consulta.

El médico me  hizo una batería de tests . Me mostró unas  láminas de un chico joven desnudo ascendiendo una soga en una habitación vacía.

Imaginé lo peor cuando me preguntó por su significado.Mentí, porque lo que pensaba era muyyyy  sucio.

Oído lo cual, el psicoanalista, para quitárseme  de encima, le dijo a mi padre  que me agotara. Eso fue lo que hizo.

Embargado por un gran sentimiento de libertad, fui a Monterols, a Barcelona, como un caballo desbocado, y  anduve en la cara oculta de mi mismo  y mis debilidades.  Fui un desecho  humano. Me perdí degustando  la sabrosura del pecado, y en medio de tanto  caer y levantarme  supe que ese sabor era el único que le había dado sentido a mi  vida.

Después Dios quiso que  conociese una  mujer , en cuya alma  tuve  el  privilegio espiritual de  alcanzar el cielo a través de mi pequeñez. Yo, que pensaba lo sabía todo. 

Siempre el doble juego, entre el miedo  y la temeridad , el pecado y el perdón , el amor y el odio, el sufrimiento y la compasión, la inocencia  y la perdición . Gracias a Dios me enamoré hasta el fondo, donde nadan los peces microscópicos  que nunca ven la luz.

Y la vida sigue...


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