sábado, 23 de julio de 2016

A TREINTA KILÓMETROS POR SEGUNDO.

Este planeta vuela por el espacio a 30 kilómetros por segundo y a esa misma velocidad vamos en ese  tren    juntos los  filósofos   y los idiotas, las víctimas y los verdugos, los niños pijos  y  aquellos  muertos de hambre, Los políticos  y  toda  la patulea de  mamones  que  pululan en sus partidos . El trigo  y  la  cizaña. Los  sapos   con la boca  agónica , los leones  espléndidos, los  osos , los alacranes , todos los pobres de la Tierra,  las orillas de Benarés. Las orugas  , los místicos fundadores  alucinados, , los dictadores de guayabera, los monjes sunitas.

Los sioux  de cabeza rapada, los enamorados cogidos de la mano y las  perras   sarnosas.

A personas y animales en ese alucinante viaje nos acompaña la Catedral de León, la  Columnata de Bernini,  los  tapices de  La Seo en Zaragoza, el retrato del Papa Inocencio  X  de  Velázquez, , o  una sonata de Bach ,  el autorretrato de Goya , el beso de  Rodin , la  poesía de  Pessoa, El  Señor del Gran Poder, el Quijote,  y las teselas de  todos los mosaicos del Vaticano. 

También todo  el folclore en jotas, fandangos, fados, baladas... El arte permanece incólume sin que le afecte el vértigo de este viaje alucinante  que  nos  lleva  ninguna  parte.

A esa terrible velocidad de 30 kilómetros por segundo se debe el que las almas de personas y animales se mezclen unas a otras y se confundan. Solo así se explica que a   algunos   políticos les   asomen por debajo del forro de  la americana  una cabeza podrida  y corrompida  de  un banquero. o que los moralistas te miren tiernamente con un escorpión en cada ojo a la hora darte  la absolución,   o que los líderes y fundadores   que se creen leones alados no pasen de ser unas ratas húmedas en las  tuberías  del pecado.

No tengas  miedo: mira  los lirios   del   campo , cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!…



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