domingo, 10 de julio de 2016

UNA MUDANZA

Una  mudanza es abrir el almario  interior y dejar  caer el cadáver  de  montones de  objetos  amontonados  y olvidados que  aparecen de una manera imprevista. .

Es  como una   revelación. Descubres  que  vives rodeado de cosas inútiles que no te interesan   absolutamente nada. Tenía montones de jerseys  doblados en estanterías que nunca usarás ; cajas llenas de libros  que no leerás , trajes apolillados en los arcones, que ya no se podía abrochar; zapatos viejos en las cajoneras, camisas  desgastadas ; títulos, sobres del banco ; libretas con apuntes ,  la vida  de ayer...

 Mudar  es  desprenderse y ser libre .  La sensación de almacenar  estupideces  que  ahora te  ahogan y no tienen  ningún sentido. 

 He hecho  limpieza  y tentado estuve de  tirarme  a  mi mismo a  la basura. . Nada hay más profundo que el vacío ni más bello que una pared blanca . Cuando me fui a Guatemala  dejé   atrás  todo  el pasado : muebles, fotos, ropa, libros, armarios , regalé  muebles,  vacié armarios, introduje  los cachivaches más insospechados en bolsas de basura y a tirarlo todo en el contenedor de la esquina. 

No me  permití   ninguna duda, ninguna nostalgia. En la casa sólo quedaron una cama, una mesa, cuatro sillas, muy pocos libros, unos cubiertos y algunos platos,  jabón y cepillo de diente   y el equipo de música, que ahora hacía sonar un concierto de  Bach cuyas notas reverberan con una nitidez extraordinaria por primera vez en un espacio desnudo. 

Al experimentar en mi  interior la poderosa carga que liberaba el vacío, mientras sonaba   Bach , me juré  llevar esa ardua conquista también a mi  vida. 

En adelante ningún odio ni resentimiento ensuciará  mi alma , no dejaré   que ningún idiota me  robe un segundo de mi  tiempo. Rezaré  a  mi manera , que no es más que la de dejarme  hacer.  

Cuando  abrí aquel armario  el día que se fue Manuela   caí  en la cuenta  de que lo que cayó encima de mi  fue mi propio cadáver.





1 comentario:

  1. Al final sólo somos dueños de una carretera.
    La hemos pagado a lo largo de nuestra vida tributaria y no tenemos ningún documento que determine nuestra propiedad.
    Yo llevo buscando la curva que me pertenece por derecho en la A7.
    Desde La Junquera hasta Alicante la A7 culebrea cerca del mar. A un lado la montaña, al otro un inmenso y azulado Mare Nostrum.
    A veces paro en Denia, en Tarraco, en Figueres o en el Museo Romano de Tarraco.
    Se que mi sangre tiene un punto de fenicio, una pincelada de griego y todo está mezclado en una ánfora puntiaguda de barro.
    Esa curva que me pertenece, en realidad no existe.
    Lo único que es real es el deseo de encontrarla.
    Por eso me paro de vez en cuando, compro unos tomates maduros, me siento bajo unos pinos y meriendo a base de verduras frescas mientras miro a una līnea del horizonte, que se presenta curva vista desde lo alto.
    Y por un momento ésa es mi curva, mi sitio en el mundo.
    ...
    Al cabo de un par de horas, el Sol se ha desplazado, y sin moverme descubro que el sitio ha cambiado. La luz determina su verdadera naturaleza.
    Y llega el momento de partir.
    A buscar nuevas curvas que huelan a salitre y a ceñiste.
    La fragancia de los Ángeles custodios.

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