Ya lo escribí en otra entrada. Pedí consejo a uno que pensaba era un buen y experto director de colegio, y me contestó:
- Equivócate con toda seguridad.
La verdad es que , efectivamente, lo conocí bien, muy bien, y el hombre se equivocaba con una seguridad pasmosa. Y después en la vida he conocido unos cuantos jefes y casi todos se equivocaban con toda seguridad.
Otra cosa es reconocer los errores , y otra el ver a quien le endilgas el muerto de tus errores.
Un jefe debe dar la sensación de fortaleza, de confianza y de seguridad en sí mismo.Que un jefe sea honrado , bueno, no está mal, y que sea buena persona, , pero ninguna cualidad privada sirve de nada si el trabajador no percibe que ese señor que maneja el barco le salvará en una tempestad
El problema es cuando llega la tempestad y ves desde la proa del barco al jefe sentado en el bote salvavidas.
Esas cosas pasan. No diré nombres.
En las empresas familiares hay un tipo de jefe que deja mucho que desear como persona: el paternalista que tan pronto da gritos y los puñetazos en la mesa, señal que sólo oculta un miedo consolidado, como te da besitos y llora contigo la muerte de tu abuela.
En las empresas familiares se da el jefe King Kong , que se aporrea el pecho y grita como un descosido cuando cree que le van a birlar a la novia. Eso un jefe no lo hace.
Conocí uno, ha llegado muy alto el hombre, que hizo un curso de Carnegie para desarrollar habilidades que no tenía. . Me decía: la dureza de una persona, está en la mirada. Y ensayaba en el espejo miradas de tío duro, de tiburón, de psicópata volando sobre el nido del cuco...
Era un pobre hombre. Y lo sigue siendo. Aunque, la verdad, a base de ensayar miradas , acojona un poco. Este , cuando era pequeño, en el colegio, era de los que se ofrecía voluntario al profesor cuando al ausentarse pedía que alguno apuntase en la pizarra los que se portaban mal:
- ¡Yo, yo, yo,profe!- Y se ponía morado de escribir listas de negativas de compañeros suyos , el muy cabrón.
A partir de allí todo ha sido desarrollar ese instinto asesino.
Yo creo que el quid de una buena dirección está en escoger a tus colaboradores, gente que sepa de lo suyo, y el resto dedícate a escuchar y hacer cumplir lo que te aconsejen sin dar señales de duda. No hay más. Y reconocerles su valía. Nada de ponerte tú las medallas.
Mandar es un instinto. Se tiene o no se tiene. En el colegio lo ves de bien pequeños. El chavalín que organiza los equipos, tú aquí, tú allá, tú no juegas, tú de árbitro , tú te callas...
Luego está el gordito cabrón que viene con la pelota nueva para ganar amigos, y el jefe de la clase le tiene que hacer la pelota si quiere seguir mandando.
En la vida sucede lo mismo. A veces el dueño de la empresa es el niño gordito que tiene la pelota. Pero mandar es un don animal, el P.A. C. (el Puto Amo de la Camada) .
Conocí unos cuantos sin ese gen que les nombraron directores de algo y, los pobres, , al dar una orden, se lleva un susto si les obedecían. Alguno se ponían colorados.
Cuando se tiene autoridad, gobernar es una cuestión de olfato. Sigue al que demuestre que sabe realizar la maniobra de hombre al agua, porque en el fondo, como trabajador , muchas veces no eres más que un náufrago.
Dices que un jefe debería dar confianza. Siempre buscamos seguridad, aunque en realidad sea una FALSA seguridad.
ResponderEliminarPodemos vivir gracias a estas falsas seguridades.