viernes, 15 de julio de 2016

DESHIELO.

Me   comenta  un viejo amigo  de correrías pirenaicas   que  la perdiz blanca ha entrado en vías de extinción. Recordaba    la ocasión  en  que vimos una  de ellas en el  Astazu, cerca de Marboré. 

Un fenómeno semejante nos sucede  a unos cuantos  que  estamos en  trance de  desaparecer  del sistema.

Durante tiempo  , desde que tenía once años,  mi padre   me hacía  observar  cada año  como  se retrasaban más las nieves en el glaciar  del  Monte Perdido . Era fácil  ver  como campaba a su aire la perdiz blanca camuflada por el propio plumaje en un paisaje nevado que la hacía invisible. Descubrirla era  un  milagro . 

Así volaba uno  también alegre y feliz hasta que mi  glaciar  en  las  alturas  interiores  también  se fue poco a poco  derritiendo y nada  fue igual.

La nieve retrasada y algunos inviernos ausentes hacen que las perdices blancas, al levantar el vuelo, contrasten nítidamente contra las pardas laderas o el verde desnudo de las  praderas . Los cazadores las divisan desde muy lejos y abatirlas al primer disparo resulta un juego de niños. 

A uno  ya  no le camuflan  las  nieves.

Como las perdices blancas, sin nieve de fondo que las proteja, así me quedé al descubierto  volando  a ninguna parte, a tiro de cualquiera. Eso sucedió desde el primer   cruce  de  caminos  que emprendí  en  mi vida.  

Dicen que todo  se  debe  al cambio  climático. No sé: a  mi   me  parece  que  es  metáfora  de  uno, si quiere  verlo  así.   

Siento  en  mi  el   efecto invernadero, ese   que   ha causado la locura en las semillas y ha engendrado mutaciones en algunos animales. Siento   ese   mismo  efecto  en  mi  interior. Ahora también  en  mi  se dan habas en verano, espárragos en otoño, trigo en invierno, algunos cerezos producen melones, de los almendros penden pepinos y las rosas de abril se han vuelto carnívoras el resto del año. 

Así estoy  desde  que  en  mi glaciar  interior ya   nada es  lo que es. En algunos lugares del planeta existen grandes  cucarachas  disfrazadas de petróleo , y muchos marineros cuentan que han visto mejillones gigantes que se comen salmones. 

Esta confusión de la naturaleza también me afecta. No soy  el  que era. Mientras los últimos bandos de perdices blancas cruzan el cielo muy visibles bajo un nublado gris  acerado , quisiera saber qué ha pasado conmigo, por qué  estoy  volviendo a empezar  todos  los días  de esta  manera  tan...tan...




2 comentarios:

  1. Pues hoy hay uno menos: ha muerto el escritor húgnaro Eszterházy.
    "Poco antes de dar por concluida su novela Armonía celestial fue aceptada la solicitud de Péter Esterházy de revisar el material referente a su familia en la Oficina de Historia Contemporánea, donde quería averiguar si lo habían espiado en los años de la dictadura. Pero en vez de encontrar informes sobre sí mismo o su familia le fueron entregadas cuatro carpetas, en las que inmediatamente reconoció la letra de su padre Mátyás, quien bajo el pseudónimo de Csanádi había informado entre 1957 y 1980 como colaborador de la policía secreta húngara. Para el autor se quiebra un mundo, porque en Armonía celestial, la novela mundialmente celebrada, había erigido un monumento literario a su padre".
    El libro Versión Corrregida es una especie de ejercicio freudiano (en negro la versión original, en rojo las correcciones) de sinceridad acerca de la verdad sobre el padre, el ídolo caído.
    Es como si hicieses una Versión Corregida con el libro de Pilar Urbano después de haber echado un vistazo a los archivos de la Prelatura.
    Y esto me recuerda a que nuestro Fundador empezó a chillar a un catedrático de derecho mercantil que recuperó el expediente de quiebra del negocio del abuelo en Barbastro y lo hizo destruir: ¿miedo a la verdad? ¿pánico a la verdad?

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  2. "LA VIDA SIEMPRE SALE ADELANTE"

    Hay más sabiduría en la naturaleza que estulticia en el hombre. Es mayor la capacidad de improvisación y adaptación que tiene la naturaleza que la capacidad de destrucción que tiene el hombre. Y es más grande la paciencia congénita de la naturaleza que la impaciencia congénita del hombre. Tiene más tiempo la naturaleza que prisa tiene el hombre.

    Quizá no es que con la desaparición de las nieves y los glaciares las perdices blancas desaparezcan porque su color blanco las hace vulnerables a los depredadores, sino que, como con el cambio de las condiciones el blanco las hace vulnerables, cambian de color, e incluso de forma y hasta de especie, y por eso nos creemos que desaparecen. Esa capacidad de mutación y adaptación a cambios en el medio ambiente es muy propia de los insectos y de las plantas. ¿Por qué no habría de serlo de los pájaros?

    “La vida siempre sale adelante”, es una frase de la película “Parque jurásico”. Todo eso que nosotros percibimos dolorosamente como pérdida de la infancia y del mundo infantil, ¿no es acaso una manera como nuestra vida sale adelante cuando las circunstancias cambian?

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