Me comenta un viejo amigo de correrías pirenaicas que la perdiz blanca ha entrado en vías de extinción. Recordaba la ocasión en que vimos una de ellas en el Astazu, cerca de Marboré.
Un fenómeno semejante nos sucede a unos cuantos que estamos en trance de desaparecer del sistema.
Durante tiempo , desde que tenía once años, mi padre me hacía observar cada año como se retrasaban más las nieves en el glaciar del Monte Perdido . Era fácil ver como campaba a su aire la perdiz blanca camuflada por el propio plumaje en un paisaje nevado que la hacía invisible. Descubrirla era un milagro .
Así volaba uno también alegre y feliz hasta que mi glaciar en las alturas interiores también se fue poco a poco derritiendo y nada fue igual.
La nieve retrasada y algunos inviernos ausentes hacen que las perdices blancas, al levantar el vuelo, contrasten nítidamente contra las pardas laderas o el verde desnudo de las praderas . Los cazadores las divisan desde muy lejos y abatirlas al primer disparo resulta un juego de niños.
A uno ya no le camuflan las nieves.
Como las perdices blancas, sin nieve de fondo que las proteja, así me quedé al descubierto volando a ninguna parte, a tiro de cualquiera. Eso sucedió desde el primer cruce de caminos que emprendí en mi vida.
Dicen que todo se debe al cambio climático. No sé: a mi me parece que es metáfora de uno, si quiere verlo así.
Siento en mi el efecto invernadero, ese que ha causado la locura en las semillas y ha engendrado mutaciones en algunos animales. Siento ese mismo efecto en mi interior. Ahora también en mi se dan habas en verano, espárragos en otoño, trigo en invierno, algunos cerezos producen melones, de los almendros penden pepinos y las rosas de abril se han vuelto carnívoras el resto del año.
Así estoy desde que en mi glaciar interior ya nada es lo que es. En algunos lugares del planeta existen grandes cucarachas disfrazadas de petróleo , y muchos marineros cuentan que han visto mejillones gigantes que se comen salmones.
Esta confusión de la naturaleza también me afecta. No soy el que era. Mientras los últimos bandos de perdices blancas cruzan el cielo muy visibles bajo un nublado gris acerado , quisiera saber qué ha pasado conmigo, por qué estoy volviendo a empezar todos los días de esta manera tan...tan...
Pues hoy hay uno menos: ha muerto el escritor húgnaro Eszterházy.
ResponderEliminar"Poco antes de dar por concluida su novela Armonía celestial fue aceptada la solicitud de Péter Esterházy de revisar el material referente a su familia en la Oficina de Historia Contemporánea, donde quería averiguar si lo habían espiado en los años de la dictadura. Pero en vez de encontrar informes sobre sí mismo o su familia le fueron entregadas cuatro carpetas, en las que inmediatamente reconoció la letra de su padre Mátyás, quien bajo el pseudónimo de Csanádi había informado entre 1957 y 1980 como colaborador de la policía secreta húngara. Para el autor se quiebra un mundo, porque en Armonía celestial, la novela mundialmente celebrada, había erigido un monumento literario a su padre".
El libro Versión Corrregida es una especie de ejercicio freudiano (en negro la versión original, en rojo las correcciones) de sinceridad acerca de la verdad sobre el padre, el ídolo caído.
Es como si hicieses una Versión Corregida con el libro de Pilar Urbano después de haber echado un vistazo a los archivos de la Prelatura.
Y esto me recuerda a que nuestro Fundador empezó a chillar a un catedrático de derecho mercantil que recuperó el expediente de quiebra del negocio del abuelo en Barbastro y lo hizo destruir: ¿miedo a la verdad? ¿pánico a la verdad?
"LA VIDA SIEMPRE SALE ADELANTE"
ResponderEliminarHay más sabiduría en la naturaleza que estulticia en el hombre. Es mayor la capacidad de improvisación y adaptación que tiene la naturaleza que la capacidad de destrucción que tiene el hombre. Y es más grande la paciencia congénita de la naturaleza que la impaciencia congénita del hombre. Tiene más tiempo la naturaleza que prisa tiene el hombre.
Quizá no es que con la desaparición de las nieves y los glaciares las perdices blancas desaparezcan porque su color blanco las hace vulnerables a los depredadores, sino que, como con el cambio de las condiciones el blanco las hace vulnerables, cambian de color, e incluso de forma y hasta de especie, y por eso nos creemos que desaparecen. Esa capacidad de mutación y adaptación a cambios en el medio ambiente es muy propia de los insectos y de las plantas. ¿Por qué no habría de serlo de los pájaros?
“La vida siempre sale adelante”, es una frase de la película “Parque jurásico”. Todo eso que nosotros percibimos dolorosamente como pérdida de la infancia y del mundo infantil, ¿no es acaso una manera como nuestra vida sale adelante cuando las circunstancias cambian?