EL OLOR DE LA MEMORIA

domingo, 17 de julio de 2016

En casa  nos lavábamos un día a  la semana. Los sábados.  De los cinco yo era el último, por vago, y  por guarro. Muchas  veces  tan sólo  me  mojaba  el pelo  y me repeinaba para  que pareciese  que  me había sumergido  en las  oscuras y  asquerosas aguas de  una bañera  por  la  que habían pasado  cuatro seres  humanos.

No era fácil  engañar  a  mi madre - yo creo  que a casi  ninguna- y  con frecuencia  , al ver  mi trampa, me  relavaba, me fregoteaba la cara, las mejillas, me  introducía  la punta de la toalla húmeda en los oídos y  me  daba  unos meneos espectaculares, me sacaba  brillo a  las  mejillas , me  raspaba  las rodillas con sosa  para  sacar  las distintas capas de roña ,  y  me dejaba  repeinadín  a raya ondulada  y bien guapo  , a  pesar  de  mis  quejas  y  resistencia.

Aquellas  abluciones  rituales con jabón, en alguna ocasión usaba Lagarto "escamas" , otras Heno de Pravia, las llevo asociadas en mi memoria, junto a la Escuela  San Antonio del Barrio de  Torrero. También  a la parroquia de los Capuchinos, donde hice  la primera confesión  con un  cura de barbas blancas  que  al entrar en el confesionario me dijo:

- Enséñame  las manos.

Le mostré  las palmas .

- ¡Vete a  lavártelas!: aquí se  sale  limpio  por fuera  y  por dentro.

Las  asocio al primer  supositorio  que me introdujo mi madre  entre risas. A mi padre en camiseta de tirantes   haciendo flexiones en el salón  y yo subido a sus hombros , arriba y abajo. 

Las asocio a don Clemente, un maestro de bata azul a rayas  que hacía juegos de manos sacando monedas de las narices de los críos, y dando unas usties  como panes. 

Las  asocio a  una peregrinación de la escuela a la Parroquia  llevando flores a María, que Madre nuestra es. Las asocio al sabor de los "petuisuis" que compraba  mi padre  en la  pastelería al salir de misa  los domingo.

Las asocio a  las tetas hipermásticas de  la dependienta  del colmado debajo de casa  , que  las mostraba  impudorosa  al rebanar  con el  cazo  el vinagre de  los pepinillos.

Las  asocio al   bocadillo  de  pan  con chocolate prensado a dedo en la miga, a  cuadernos  Rubio, a una goma de borrar  que olía a nata, a  la Enciclopedia Alvarado, a  los lápices de  colores Alpino, y  un lapicero de marca Faber.

A  todo eso, y mucho más, huele  mi memoria.


1 comentario

  1. El olor de la memoria. Acabo de recibir la revista de La Farga. Me llama la atención de que esté totalmente en catalán (la última que leí era fifti-fifti, políticamente correcto). Pero me llama más la atención el "proyecto 'sapere aude' 2011/2016" (lema de la Ilustración enmarcado en management-IESE) y sus pilares:
    - personal project
    - dream schools
    - inspiring others
    - global community
    Todas son palabras de origen latino (o griego a través del latín: dream viene de trauma). No sé, supongo que si fuesen en inglés y no tuviesen origen latino no las entendería nadie.
    Siempre acabamos hablando un dialecto del latín ¿por qué entonces se quita el latín de los proyectos educativos?

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