Mi madre era una mujer de su casa. Una profesional de lo que hoy se llama " Ciencias domésticas, o del hogar", o como se nombre ahora.
Planchaba la ropa blanca en un cuarto que olía a lejía y a almidón. Yo era un niño. Y ese olor lo tengo prendido en la nuca . No he vuelto a oler sábanas como aquellas, que hasta salían chispas y garrampas cuando las estrenabas.
Desde entonces en el mundo han triunfado y fracasado revoluciones. Han desaparecido países de nuestra geografía escolar, y también aparecieron Autonomías nuevas sobre el mapa. Han caído imperios, han emergidos nuevas colonizaciones.
He asistido a unas cuantas revoluciones, pero aquel olor del cuarto de plancha de mi madre sigue intacto en la nariz todavía. Lo mismo que el meneo que se daba la buena señora, con ese culazo estupendo que tiene, encerando los pasillos de casa a caderazos, con una mopa en el suelo.
He asistido a unas cuantas revoluciones, pero aquel olor del cuarto de plancha de mi madre sigue intacto en la nariz todavía. Lo mismo que el meneo que se daba la buena señora, con ese culazo estupendo que tiene, encerando los pasillos de casa a caderazos, con una mopa en el suelo.
No quiero ser proustiano. Sólo digo que el pensamiento de los hombres cambia , pero los perfumes, los sabores y los sonidos permanecen. Si quiero recordar a Manuela hasta sentirla tan cerca que me estremece, me basta tomar gazpacho. Y no porque se parezca al que ella hacía...porque no se le parece. No hay color, ni sabor como el caldo que preparaba.
Lo mismo me sucede con las sopas de ajo, ¡joder, qué sopicas hacía la chavala!
Hay canciones que me recuerdan a mi padre y, oye, que parece que voy en el coche y le estoy escuhando cantar " la paloma".
Papas, políticos y filósofos han dicho cosas dispares, bastantes héroes han muerto por causas de mayor o menor calado.
Mientras tanto el yogurt me sabe igual. O el aroma de la goma de borrar de Nata. No sé qué es más verdadero, si eso de " Pienso, luego existo" o las pastillas Juanola. Ignoro si es más perenne Platón o una balada del verano del 74. Uno apuesta por los perfumes , los sabores y sonidos, por el tacto de la piel y los reflejos que despiden las cosas.
Y , ya puesto en este plan, me sucede a menudo que confundo el más profundo amor con la mirada, a veces unida a una fragancia, o a una melodía, y así me va en la vida.
No lo dudes, amig@: pasarás y el olor de tus cosas , enseres, y de ti mism@, será eterno.
Caerán reinos, Cataluña será independiente, o no, habrá mil teorías sobre la felicidad, sin duda se transformarán los dogmas teológicos, la forma de pensar, y las maneras de matar al enemigo, pero el caramelo de menta siempre sabrá a menta, el gazpacho de Manuela te perforará la memoria, habrá otra nueva madre envuelta en una aureola de lejía y almidón . Hasta ese Dios que rezabas de crío olía a cera y flores, y su Cuerpo tenía el sabor de la Hostia en la lengua .
Cualquier pensamiento es vano. Busca la verdad en la música de las palabras, en el fondo de la nariz y en lo alto del paladar, porque allí reside.
Hume sostenía que "el pensamiento más vivo es inferior a la sensación más tenue". Rechaza que el pensamiento racional puro sea posible: lo que nos lleva a actuar es la pasión, no la razón.
ResponderEliminarCuando dices que "Cualquier pensamiento es vano. Busca la verdad en la música de las palabras, en el fondo de la nariz y en lo alto del paladar, porque allí reside" defiendes lo que se llama falacia naturalista: no se puede pasar del "ser" al "deber ser" porque cualquier pensamiento racional es vano y solo podemos acudir a los sentimientos.
Yo pienso que los sentimientos nos ayudan: cuando hacemos el bien nos sentimos muy bien porque actuamos conforme a la naturaleza humana.
Estás más en la línea del beato Duns Scoto: las cosas son buenas porque las quiere Dios, no es que las quiere Dios porque son buenas.