Ella es una de las personas más tristes que he conocido.
Ha enterrado su dolor en el fondo de sí misma y después se ha alejado de ese fondo , lo mismo que olvidamos el lugar del jardín donde enterramos un pájaro muerto.
Después se ha puesto la máscara de las frases hechas de buen rollo tibetano, sentencias buenistas del yoga, frases de autoayuda de gurús. En fin, todo un mundo de celofán y taoismo que le han servido de sucedáneo y de placebo.
Ha imitado sus gestos y perseguido sus sueños.
Ha adquirido una serenidad cuya falsedad es imperceptible. Se miente sin conocer su mentira.
Pero un pájaro muerto se pudre a lo lejos.
Bastaría encontrar de nuevo la tumba y abrir esa caja donde reposa para que saliera volando.
Pero, ¿cómo encuentra una lo que no sabe que ha perdido?
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