El amor.
De repente la ves, nada previsto. Y ella te mira. Así sucede varios días seguidos, a la misma hora, en el mismo bar. Nadie dice "mañana me enamoro a las siete de la tarde", esto no va así.
Varios días después ella pregunta , en coña, si ha vuelto "su novio". Y la vida sigue. Hablas, charlas, te miras, y se te hacen las mil todos los días.
Después , una estancia color alegría, sin puertas y con sábanas de cortinas, una cama de luz, una silla de silencio, una mesa de madera donde tintineaban los cubiertos, una alfombra que apelmazaba el sonido de los pies descalzos, unas servilletas con las iniciales bordadas...así era la modesta habitación que mi alma alquiló para vivir contigo.
Buscaba la gran dulzura, esa que nadie ha visto jamás y de cuya existencia no tengo ninguna duda porque a ella se debe la existencia olorosa de las rosas, la luz en los ojos asombrados de los enamorados, todo lo que hay de bondad y de belleza en la tierra.
Y allí estás tú incluida.
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