martes, 29 de agosto de 2017

SALTANDO POR LA VENTANA

(Aunque  la entrada  es sobre una mujer, podría escribirse  de  un hombre).

M. Es  una mujer paleta. Probablemente  muy cortita.

No supo  crecer  ni formarse  al  ritmo social que ascendió su marido .  También él era  paleto, bastante, pero  supo barnizar  sus  maneras. Por ejemplo, aprendió a  decir  " management"  y cosas  así.

Ella  cantaba  como  la  gallina  Caponata, llamaba  la atención , y  quería darse  tono tratando temas  que  no venían  a  cuento :

- ¿Qué  opinas de la homosexualidad?: vamos, tengo un hijo  marica y no pisa  mi casa.

O  "  ¡  qué   bien se reza  en  la  explanada de  Medjugorne !". O  "  tengo  que  vigilar  a  mi hijo  en  según  qué  cosas  porque  no te creas  que  a  los  veinte años se  tiene criterio, oye".

Su  casa  estaba  decorada  de  manera  pacata  y   cursi:  marcos  de  plata distribuidos en aparadores con bases bordadas de ganchillo blanco  y  horteradas  muy  principales . Sobre la mesa de  centro , con un tafetán de  ganchillo, unos  ceniceros de cristal  tallado . Unas  figurillas de  porcelana en los  anaqueles de  la  librería    y, el  colmo, le  chiflaba  que  las flores del salón fueran a  juego  con  "los sofáre".

Con sus  exigencias  estéticas   construía  un infierno de  elegancia  de  celofán   en el  que su  marido  y  sus hijos , y  ella  misma, morían cocidos  a  fuego lento.

La  señora,  encima,  pensaba  que daba una imagen de  hogar  luminoso  y alegre, una  familia perfecta, de  una  vida  plena...

Hasta  que  su  marido, un hombre sin cuello, la mano abacial apta para  bendecir casi apostólicamente a  quien  se  pusiera  delante, con aire de galápago anfibio revestido de un halo de santidad , pero con todo su rencor intacto ,   la dejó . Fue  algo así como  cuando  uno salta por  la ventana antes de  que  el  incendio devore  la  casa.

¿Y  por  qué  abandonó  ese barco?, os  preguntaréis.

Pues  porque estaba  hasta  los cojones.







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1 comentario:

  1. Jajaja suele pasar! A los hombres se os barniza mucho más fácilmente; se os compra un traje bueno, se vigila que llevéis los zapatos limpios... y listo, ya sólo tenéis que mantener la boca cerrada.
    En el caso de las señoras... siempre, siempre canta!

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