jueves, 10 de agosto de 2017

EN LAS PLAYAS DE PEDRAS NEGRAS

Fui  a  la playa   de  Pedras Negras . Allí  hay un lago paseo  de tablas de madera  paralelo  a  la  playa. 

No  me gusta  tostarme  en  la arena, y  disfruto  paseando  por la orilla  del  mar   Atlántico, o  por  el entablado.

Cuando  visitas  la  Capilla  Sixtina   contemplas un   futimén  de cuerpos desnudos que cubre las paredes: oleadas de carne humana que se desprende del techo , que  parece  que  te  van a  caer    encima darriba  del todo  al peso. Acojona  aquello.

Aquí en la playa   sucede  otro tanto. Sólo  que  los  bolinguis de  la Sixtina  están  cuadrados, cachas, duros, fornidos, hercúleos. El mismísimo Dios Padre  tiene una  musculatura que uno sospecha  que  se ha puesto  ciego de anabolizantes . Ya  no digamos Adán, que lleva un chute de esteroides , estrictina y  betabloqueantes que  , si encima  toca el dedo de Dios, pues se  sale del  del mapa.

En la  playa  el espectáculo es  lamentable: gordas  con mollares  agujereados, panzudos  pilosos con las  piernas arqueadas  como orangutanes, señoras maduras  con tetas  lipoinyectadas Nivea Brown Minipimer,  raquíticas ancianas pellejosas   cuarteadas por  la salitre con cara de "Tantum ergo", o niños  desnudos  con la colita  como un cacahué: una alucinada  carnicería de  mortales al' ast", brillantes de  crema solar del 23 , andando en su inconsciencia  hacia  el Valle de Josafat.

O sea, lo de la Capilla Sixtina, pero en chungo.

La Capilla Sixtina es  la  versión "Pectoring Stones "  de  la historia de la humanidad imaginada por Miguel Ángel . Parece  un Fitness Gym  repleto de peña  desde la creación de Adán hasta la escena abigarrada del Juicio Final , que es que ya es  un cachondeo, donde sólo se ven posturas, ejercicios de carne, expresiones atléticas:  una interpretación hormonal kilocalorítica  de la existencia. 

Parece que allí todo el mundo ha hecho pesas, empezando por Jehowá.   No  hay nadie  en esos murales que no dé la talla: cualquiera de los personajes podría ser portada de Muscle & Fitness

En la playa de la Lanzada no existen cuerpos tan gloriosos. 

Paseo  en la orilla  atlántica y sobre la arena se extiende un trenzado  de pantorrillas, glúteos, bíceps, torsos, caderas embadurnadas con pasta de zanahoria. Tanta apariencia te revienta los ojos. Pero  no siempre de  placer estético. Esto es un anticipo del Juicio  Final.

 Ellos  no  lo saben aún , pero  los condenados son aquellos que no pasan por la  puerta estrecha.




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