lunes, 28 de agosto de 2017

MANANTIALES

 A media tarde camino  por la ciudad entre el agua  de la gente.

"Nuestras  vidas son los  ríos". Muchos  ríos  , muchos  cauces  paseo .

Es increíble la cantidad de seres tristes, rotos, descompuestos ,  que la corriente de la vida arrastra por la calle. La mayoría de los rostros son guijarros  que  se han  ido  barnizando  por  el fluir  de  cada  biografía. Nuestra  familia, amigos, profesores, la  gente  que  pasó  por  nuestras  historias, han  moldeado  nuestra  forma de  pensar, de  andar, de  reír, o de  mira.

Nuestra  existencia  han sido moldeada,  tal vez por unos sueños no cumplidos , o  los  que  se  cumplieron  y  quedaron  en  tierra  de  nadie,  y a partir de un tiempo comienzan a formar parte de la ciénaga que se prioduce en cualquier desembocadura. Impresiona  esos  rostros  esculpidos  por el dolor, el  miedo, la  vergüenza, el orgullo, la  codicia.

Pero en medio de la carne pantanosa de la ciudad de pronto te encuentras con un manantial de agua pura brotando  fresca: esa  gente  humilde,  buena, sencilla, pobre. Están  donde  menos  lo  esperas: en un colegio, en un hospital, en  la  penumbra  de una iglesia. . Es  la  gracia,  una santidad  de  gente  anónima. Aflora a borbotones , lo  mismo  que  la luz. 

Te  recuerda  esas  largas  y duras  excursiones   donde   llegabas  en tu   sofocante excursión  a un manantial de alta montaña parejo con la nieve.

Cuando  visito a  según  qué  personas aprendí a  ver  esa alma  enferma, doliente ,  como un paisaje, como un agua muy pura que se va desarrollando en diversos tramos: madurando  en una  alegría  muy  difícil  de  explicar.

Y, como  siempre  que  escribo  sobre  el tema, me  hago  la  misma  pregunta: ¿  sabré  hacerme entender?

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