sábado, 12 de agosto de 2017

¡AY DE LOS RICOS!

No  esperes  que en el  infierno alguien  pueda  hacer  alguna acción  que  le salve.

Y   no son  pocos  los  que  viven en el infierno . Gente  que concede  créditos a  causas  podridas,personas de  apariencia digna  que abusan de menores, hipócritas  que  ponen pesadas  piedras  sobre  los  hombros de  los  pobres , que  predican lo que no viven.

El  " !Ay, de los ricos!", allí está  la  clave  que abre  la  puerta  al infierno.

Cada uno por separado, estos caballeretes  del  dinero  y  la  codicia   por fuera parecen señores distinguidos, de esos que saben colocar  el  glúteo  en  oblícuo  para  que  apelmaze en el asiento del Mercedes  el sonoro de su pedo  con una sonrisa enigmática. 

Sin duda, por dentro también están llenos de delicadeza. Los  conozco  bien.

Algunos pueden estremecerse y  rezar piadosas  avemarías en Medjogorne , o  llorar con la música de Bach , otros riegan  con delicadeza y mimo  sus  rosas, o cambian el agua  al periquito  todos los días con un amor encendido . 

Uno de  estos  gordinflones  me decía:

- Suso, yo dedico  todos  los días quince  minutos por  la  mañana  y  quince  minutos  por  la noche a  pensar  como  ganar  más  dinero.

-  Eso es, precisamente, lo que yo  no pienso hacer  nunca.

Todos tienen el mismo ideal: la  pasta: políticos, cardenales, banqueros, empresarios,periodistas..., adoran la vida, pero la suya.

- Hombre-  aconseja uno de estos a  otro  para facilitar un  despido -  hay muchas maneras de desprenderse  de  esa  gente...por ejemplo, hazle pequeñas putaditas  hasta que se canse.

Después  hablan de aficiones privadas y se intercambian pequeños conocimientos pacíficos. Cómo acabar con el pulgón de los rosales. Cómo intercambiar  el carnet de socio del Liceo, o del Barça.

 Luego  de haber firmado el crédito que  le llevara al  infierno ,  y habiendo comido opíparamente, estos señores regresan a su  hogar. Allí  les espera una emoción distinta, aunque siempre fina: el beso de la nieta  rubia, un fragmento de Mozart  en el tocadiscos, unos fragmentos de  un  libro de  piadosas consideraciones  en la mesilla de noche bajo la lámpara sonrosada. 

Pero a uno de ellos el destino le reservaba un golpe muy duro: al volver a casa se enteró de que había muerto el periquito. Y para él ya no hubo consuelo. 

Otro  recibió la  noticia de que el hijo cortito repetía  curso  y debía enviarlo a  cursar  un management  a  Oregón.

Llaman ala  puerta. Una antigua  amante  cubana  , un pecado  de  juventud, se  presenta  con un  niño  mulato en brazos.

- ¿Está  el señor? ... 



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