Todos los nacionalistas se parecen mucho a los zombis.
No entiendo la obsesión por los zombis.
Los Zombis son los malvados más tontos de todos los tiempos. Los zombis son, con perdón, gilipollas. Y lo que más llama la atención es como gusta tanto este género.
La zombificación sigue unas reglas estrictas: al padrazo normal le zombifica su queridísima hija de la CUP , al amigo su grupo de amigos. Al hermano le zombifica su hermano, al profesor su discípulo favorito, al niño con complejo de Edipo su adorable mamá… El enamorado pone a prueba su amor obsesivo cuando ella se convierte en zombi , mientras desde el otro lado de la pantalla le pedimos a gritos que le meta un tiro, el tío le mete un morreo.
Una y otra vez los idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que Edipo, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad, que Dios.
Son el Reino de las sombras estos zombis. Te comen, al comerte te matan, al matarte resucitas.
En su cerebro nacionalista corre un único programa: infectar su fe nacionalista. Esa es su única pulsión instintiva a la que se aplica con lenta tenacidad, y es capaz de mantenerla por muchos tiros que les peguen, les quemen, les arranquen los brazos, las piernas, les vuelen los güevos , o la cabeza.
¡Da igual!: la cabeza sola, en llamas, seguiría intentando morderte.
Los nacionalistas son así, unos pesados que te agotan las balas, la munición, y te vencen por desbordamiento, por plastas. Son unos pelmas.
No cejan, son cansinos, erre que erre, andando en masa, alelados. Y , una vez zampado el amigo, o su madre, que es que les da pol saco todo, el amigo muerto abre los ojos de luz de fotocopiadora, se incorpora, ¡y a comer andando con las manos palante , renqueando!.
La pregunta que nos hacemos es: ¿ qué tienen esta especie de leprosos cuya carne se descompone para atraernos tanto? ¿Pueden los tarados independentistas ser interesantes?
Las escenas de zombis se parecen mucho : es siempre el individuo el que sucumbe ante el grupo que, o se lo come o lo integra convirtiéndolo en un autómata.
La zombificación sigue unas reglas estrictas. Y, ojo, que aquí está la clave que explica el comportamiento de estos pirados- lo hemos visto con Puchi y ese desangelado de Junqueras : una y otra vez estos idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que la libertad, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad o que la madre que lo parió.
El zombie no tiene sentimientos, actúa mecánicamente. Tengo conocidos independentistas zombis, que no reaccionan con odio cuando tratan de reventarle la cabeza con un bate de beisbol una y otra vez , salpicando la pantalla de sangre . No se enfadan cuando le disparan tres cartuchos de caza mayor en los testículos. Retrocede un poco, y palante con las manos hacia adelante y sonriendo bobalicón.
No entiendo la obsesión por los zombis.
Los Zombis son los malvados más tontos de todos los tiempos. Los zombis son, con perdón, gilipollas. Y lo que más llama la atención es como gusta tanto este género.
La zombificación sigue unas reglas estrictas: al padrazo normal le zombifica su queridísima hija de la CUP , al amigo su grupo de amigos. Al hermano le zombifica su hermano, al profesor su discípulo favorito, al niño con complejo de Edipo su adorable mamá… El enamorado pone a prueba su amor obsesivo cuando ella se convierte en zombi , mientras desde el otro lado de la pantalla le pedimos a gritos que le meta un tiro, el tío le mete un morreo.
Una y otra vez los idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que Edipo, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad, que Dios.
Son el Reino de las sombras estos zombis. Te comen, al comerte te matan, al matarte resucitas.
En su cerebro nacionalista corre un único programa: infectar su fe nacionalista. Esa es su única pulsión instintiva a la que se aplica con lenta tenacidad, y es capaz de mantenerla por muchos tiros que les peguen, les quemen, les arranquen los brazos, las piernas, les vuelen los güevos , o la cabeza.
¡Da igual!: la cabeza sola, en llamas, seguiría intentando morderte.
Los nacionalistas son así, unos pesados que te agotan las balas, la munición, y te vencen por desbordamiento, por plastas. Son unos pelmas.
No cejan, son cansinos, erre que erre, andando en masa, alelados. Y , una vez zampado el amigo, o su madre, que es que les da pol saco todo, el amigo muerto abre los ojos de luz de fotocopiadora, se incorpora, ¡y a comer andando con las manos palante , renqueando!.
La pregunta que nos hacemos es: ¿ qué tienen esta especie de leprosos cuya carne se descompone para atraernos tanto? ¿Pueden los tarados independentistas ser interesantes?
Las escenas de zombis se parecen mucho : es siempre el individuo el que sucumbe ante el grupo que, o se lo come o lo integra convirtiéndolo en un autómata.
La zombificación sigue unas reglas estrictas. Y, ojo, que aquí está la clave que explica el comportamiento de estos pirados- lo hemos visto con Puchi y ese desangelado de Junqueras : una y otra vez estos idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que la libertad, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad o que la madre que lo parió.
El zombie no tiene sentimientos, actúa mecánicamente. Tengo conocidos independentistas zombis, que no reaccionan con odio cuando tratan de reventarle la cabeza con un bate de beisbol una y otra vez , salpicando la pantalla de sangre . No se enfadan cuando le disparan tres cartuchos de caza mayor en los testículos. Retrocede un poco, y palante con las manos hacia adelante y sonriendo bobalicón.
Esa falta de reacción, que en la Cataluña indepe es muy manifiesta, inquieta más todavía. Su patrón de comportamiento no tiene secretos. En su cerebro corre un único programa: comer y tocar los cojones. Esa es su única pulsión instintiva a la que se aplica con lenta tenacidad, y es capaz de mantenerla por muchos tiros que les peguen, les quemen los güevos, les arranquen la minga a mordiscos , las piernas o la cabeza.
Al principio de esta película, el suyo era un mal tan idiota que no le dábamos importancia ni prestábamos demasiada atención . El caganer estaba en la mesa de los mayores y pensábamos " baj, déjalo, es un inmaduro".
Y aquí está la clave de su éxito. En las pelis de zombis se les ve tan tontainas que los listos de los protagonistas siempre los desprecian . Y no señor: hay una enorme fuerza escondida en el catalanuzombi de los cojones: su infinita capacidad de contagio.
Poco a poco, van ganando terreno. Hasta que llegan a un punto, no hay peli de zombis que se precie que no salga la escena , en el que, lo que era un foco insignificante de uno o dos zombis , se desmadra y todo aparece petado de zombies que te cagas .
Y los listos y chulitos pasan a ser una minoría rodeada y muy acojonada .
El protagonista, o sea, tú y yo, junto a los pocos que quedan, se asombran viendo cómo todo está infestado de seres como amigos que nos rodean.
Si no reaccionamos nos devorarán. . Y en nada mi mejor amigo, mis hermanas, el profe que te dio clase , el del Linkedin que pasaba por aquí , y mi abuela Dolores, que en el culo tiene flores, ¡todos son zombis!.
Ya es demasiado tarde, los idiotas han ganado. Observamos al zombi vecino que nos ha vencido y nos asombramos , "¿cómo un estúpido como este ha podido hacer semejante destrozo?" . Y es entonces cuando nos damos cuenta de lo magnífica que es la estupidez. La estupidez es épica, grandiosa, es capaz de conquistarlo todo. Es algo así como el amor en san Pablo.
Por eso no hay que cejar, amigos . Si no les paramos los pies al final el guionista no tiene ninguna posibilidad de que aquello acabe bien .
Estos seres lentos que cojean, arrastran los pies y babean sangre son una metáfora de la humanidad putrefacta, de nuestra capacidad humana de vivir gregariamente . Los zombis idiotas nos gustan porque tienen algo de nosotros.
Puchi representa la despersonalización del que se mimetiza en el grupo.
¡Que Dios nos coja confesados!
Estos seres lentos que cojean, arrastran los pies y babean sangre son una metáfora de la humanidad putrefacta, de nuestra capacidad humana de vivir gregariamente . Los zombis idiotas nos gustan porque tienen algo de nosotros.
Puchi representa la despersonalización del que se mimetiza en el grupo.
¡Que Dios nos coja confesados!
Muy buena imagen.
ResponderEliminarLo peor de todo es que los señores del Govern no tienen ninguna intención de trabajar y tampoco lo ocultan.
Proclaman una república y se piensa que saldrá adelante ella sola y que los miembros del Govern podrán seguir viviendo sin trabajar. No han hecho nada para que este proyecto salga adelante, más que el teatrillo absurdo y el victimismo cansino.
Lástima de la riqueza que han destruido. Y que nos han dejado a la altura del betún a los otros catalanes.
Supongo que se nos pasará lo de ser la Escandinavia del sur, la California de Europa o la Suiza del Mediterráneo. Qué desgracia de país.
"LA MATRACA INDEPENDENTISTA"
ResponderEliminarAl final de su desternillante película "La última noche de Boris Grushenko", Woody Allen, dirigiéndose a la cámara, dice: "Hay cosas peores que la muerte: quien ha pasado dos horas con un vendedor de seguros sabe de lo que hablo".
Algo parecido debió de pensar el compañero de celda de Jordi Sánchez. Ayer me eché mis buenas carcajadas leyendo la famosa noticia de este compañero de celda de Sánchez (apellido catalanísimo), que había pedido el traslado de celda porque "estaba harto de la matraca independentista", "no podía más", y haber compartido 8 metros cuadrados con el independentista durante una semana equivalía a una "segunda condena". La dirección de la prisión le concedió el traslado "el mismo día". Así que en eso se ha quedado el catalanismo: en una "matraca", mientras Puchi se da a la fuga y a Junqueras, Otilio sin Pepe Gotera, se lo ve deambulando desnortado y perdido por las calles barcelonesas.
La noticia era sin duda hilarante, pero pensar en Jordi, y en general en los "indepes", deja un poso de tristeza: gente que en la mente, aparte del independentismo, no tiene nada más. Verdaderos "posesos" de una ideología. Lo de "posesos" lo digo por Dostoievski y por su novela "Los demonios", que versa precisamente sobre nacionalismos e ideologías. Uno de sus personajes dice: "Yo no me adueñé de la idea, sino que la idea se adueñó de mí". Quien dice "posesos", dice "zombies".
Los más separatistas que conozco son neuróticos acabados, eso es cierto
ResponderEliminarMuy buena la metáfora.
ResponderEliminarSon pesadisimos! !!
Berlanga forever: esa escena de la matraca independentista en la celda narrada por Berlanga (imaginemos a Sazatornil redivivo vendiendo independencia en lugar de porteros automáticos) quizá habría sido la más hilarante del cine español. O austro-húngaro.
ResponderEliminarPor todos los dioses antiguos y los nuevos!! Días sin meterme en el blog y me encuentro con semejante percal! Lo del profesor chiflado va en serio o es de coña? JAJAJAJA!! CURSI!! Llevas pajarita y una flor que dispara chorritos de agua para hacer sonreír a tus alumnos?! Alguien tendrá que quitarles el disgusto por sufrir la brutalidad policial mientras sus heroicos líderes huyen a Bélgica, no? Que no se diga de la República Catalana, azúcar a montones no os falta!! Por Dios, todavía me estoy riendo...
ResponderEliminarEmma Morley